Quien
logra salir porque se harta de mirarse en los demás, rechazándolos y sin
aceptarse, en base a un gran esfuerzo, logra parir su voluntad interna. Es el
yo o la personalidad quien interpreta a partir de aquí, que todo lo debe hacer
ella para lograr abastecerse y sobrevivir. Insume un enorme esfuerzo bancar el
peso del mundo. Además de sentir que cargamos con nuestra vida, también
sentimos las mochilas de quienes ni siquiera pudieron reconocer su voluntad
interna para hacer el primer movimiento liberador. Caminar solamente con
nuestra voluntad es una tarea titánica y de muchísima soledad. El mundo tal vez
no nos someta tanto como en el nivel anterior, pero es un riesgo y una amenaza
constante para nuestra permanencia en él, luchar contra todos.
En
este espacio se desintegra la manera dual de ver la vida, pero todos los
perfiles que navegan al lado, condicionan a batallar por un lugar bajo el sol y
son muchos nenes para un mismo trompo.
Cuando
la humanidad comprendió colectivamente que todos los hombres de Estado y los
grupos económicos de élite, hacían las leyes y a la vez las sobrevolaban,
entonces se quebró en la conciencia colectiva el miedo a disfuncionar. Hecha la
ley, hecha la trampa. Si quienes hacen las leyes y quienes determinan el costo
de vida, actúan por encima de las normas que escriben y decretan, entonces se
gestiona un mundo subterráneo y marginal donde las cosas sucedan por debajo del
sistema. Un mundo con dos redes paralelas: el comercio regular y una periferia
cada vez más grande donde todo adquiere valor de reventa o se mercantiliza. La
dualidad se sostiene como modelo, pero la pelea es todos contra todos y la ley,
correr para tomar la ventaja.
En
este estado de situación, la vida pública dejó de ser la tierra prometida y el
valor al cual la humanidad traspasó su importancia es al privado. El traslado
nos convirtió a todos de ciudadanos a usuarios, a la vida en una gran
cosificación y el retrato de nuestras aspiraciones quedó colocado en empleos
dulces y créditos abiertos al consumo.
El
enfrentamiento en este punto de la conciencia no tiene dos caras, tiene miles. Las
mismas empresas que generan islas para sus empleados y que se encargan de sus
sueldos, también instalan el interés por productos que en la cima de la
pirámide, son de su fabricación o de la cuña cercana.
Tenemos
garantizadas varias derrotas en este estado de conciencia. La voluntad personal
es muy pequeña en el universo y cuando se enciende para comerse al mundo, se
está enfrentando a voluntades como la suya recorriendo el mismo laberinto en el
afán por adquirir un nivel de prestigio a la altura del grito y la moda. En
este estado, las leyes se hacen invisibles pero no imperceptibles.
Camilo
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