martes, 25 de marzo de 2014

El círculo mágico

Es una sensación antigua para mí. Ser destello permanente en el mar universal. Navegar en las profundidades de un tiempo que no tiene fin y atravesarlo todo. Mi sitio es un espacio de permanente vibración, una expansión eterna y un movimiento infinito. Ocupo mi lugar en un círculo mágico que está más allá de las estrellas. Nuestras naves giran cuando nos piensa Dios y él nos mueve a cada momento. Visto de azul en el espacio y a mi piel la llaman blanca aquí en la Tierra. Llevo una guarda a cada lado de mis hombros cuando me visto de forma y adquiere complexión mi energía. Una franja amarilla me atraviesa de lado a lado, de derecha a izquierda y un corazón se dibuja en mi traje de navegador.

A veces ellos vienen por mí y mi humanidad se muere de miedo, atrapada en el olvido, creyéndole al límite de mi ocasional cuerpo físico. Lloro porque no recuerdo, me angustia perderme en la energía. Mi mente colapsa ante la posibilidad de desmaterializarme y volverme a armar más allá de donde puedo imaginarlo. Es tan fuerte la luz que no la puedo sostener.

Un adaptador se enciende en mi oído izquierdo, escucho voces que vienen de miles de años luz y están tan cerca de aquí… Que pierda el miedo, que no puedo temerle a quien yo soy. El  cariño de su voz se hace insuficiente cuando quiero salirme de mí.

Cuán grande será el universo que me habita, qué secretos no conozco de mi mismo. Qué misterios guarda mi conciencia. Cuánta luz oculta mi propia oscuridad. Cuando nada me sorprende, la simplicidad hace añicos las verdades más grandes. Me siento pequeño y me sé enorme. Esta no es mi casa y sin embargo descender al útero de la Tierra es una experiencia de protección y cuidado maravillosa.

Amados hermanos, les ruego que me asistan para soltar el miedo. Les pido que encuentren la manera más amorosa para vencer mi ignorancia y mostrarme quién soy. Rezo por la ascensión en serenidad, sin sobresaltos ni sopor. Ser o no ser ya no es la cuestión… Es inevitable. Pero estar es una decisión y aquí me quedo. Ojalá todos jugáramos para el amor…


Ghan Khan

jueves, 20 de marzo de 2014

El péndulo: del discurso al movimiento hay un abismo

El buscador hoy es el pilar que más despierto está en la mayoría de nosotros. Llegar a un espacio que permita que el miedo se desarrolle y el dolor de fondo se desenvuelva no es una dificultad, el asunto es qué se hace cuando se encuentra el lugar apropiado.

Digo que el buscador que hay en todos está más de manifiesto que nunca porque las salas de terapia están llenas y los espacios colectivos en muchos casos colman su capacidad. Quienes llegan a esos lugares pueden venir peleados con el universo y la vida o queriéndose comer el mundo y llevárselo por delante. Y no hay mucho más, entre esos dos matices se mueve de lado a lado el buscador. Tempranamente esas facetas se marcan y quedan expuestas.

En mi experiencia, quien busca se enfrenta a dos inconvenientes. En primer orden tomar el discurso e intentar convencerse de que la relación intima está saneada. Como le decíamos al compañero de clase que estudiaba mucho y se aprendía la lección que la maestra había mandado a leer… “Tragas” hay en todos los ambientes y eso incluye al “mundillo” espiritual. No está ni bien ni mal, pero en eso no hay crecimiento sino engorde. La relación entre nosotros y el Gran Espíritu o como le llames, es espontánea pero no automática. Los rezos más fuertes y verdaderos, se construyen con dedicación para que vos mismo te pruebes y recuerdes que estás hecho de amor sin final.

Manejarse desde el discurso también es un rezo. Ser un gran lector o pasarse horas mirando videos también atrae el mensaje que se consume para sí. Distinto es quien hace un curso o un retiro de fin de semana, porque tomó el riesgo de entrar en relación y tiene por seguro encontrar realidades bien diversas y diferentes a la suya. Como lo construyas está bien, de última son todos campos donde la vida hace lo suyo y nos transforma.

Cuidado al salir de casa con el panfleto que llevás bajo el brazo, porque te aparecerán las oportunidades de mostrar qué tan tolerante sos con el dolor de los demás. Lo que no está resuelto se devela rápidamente.

Sea en un taller o de la puerta de las comodidades privadas de cada uno hacia afuera, si estás peleado y te seguís peleando, todavía querés tener razón. Si precisás defender tu posición y te cuesta aceptar el punto de vista de otros, el dolor es grande y la verdad de tu corazón todavía necesita fortalecerse. No hay empeño de guía o facilitador que pueda con eso. Como estas palabras, descartá aquello que no vaya con vos. La buena noticia es que el tiempo hace su trabajo y paradojalmente, siempre la vida nos atiende en el momento justo.

Salir a la búsqueda es sólo el comienzo de un camino donde las verdades están para sanarnos, no para satisfacer la vanidad interna. Llegar a un espacio tampoco simplifica la ecuación, siempre hay otra parte que tendrá una verdad distinta a la tuya y si eso nos pone en jaque es porque aún estamos débiles. El dolor en el encuentro está garantizado, no hay salida y eso es lo que hace al reparo y la sanación.

La sociedad está llena de sitios donde nos vemos mucho, profundizamos poco y el compromiso es nulo. Hemos diseñado la vida como un pasatiempo y sus vitrinas nos tiran encima motores de búsqueda y sermones para aprender a vivir.

En las góndolas hay de todo. Compramos el discurso, lo deglutimos y salimos a decir a otros cómo tienen que actuar ante la vida sin tener ni idea del trasfondo del dolor que cargan. El mercado de la personalidad tiene múltiples facetas. Hay egos elevados que se levantan a una posición de superioridad. Hay rostros de falsa calma y serenidad que te dice que el problema es tuyo. Hay miradas agudas y de mucho juicio. Hay muchas sonrisas, bocas llenas de carcajadas y estridencias que intentan con el ruido alejar al silencio y vacío que tanto temen. Allí habla el dolor. Y las cosas no siempre están bien, la vida no es un carnaval. Hay egos que crean pedestales que los hagan lejanos pero sobre todo infranqueables.  

Quejarse deliberadamente, hacer un recuento constante de lo que se hace por el mundo o adornar la queja y el reclamo con sofisticación y esmero (“la verdad que estoy laburando mucho, no me puedo quejar”). Salir al mundo a prestar auxilio y asistencia, ser un esforzado atleta en el arte de postergarse a sí mismo en pos de los demás para luego no tener tiempo para nosotros y cuando la magia nos detiene qué… SI los demás no preguntan por nosotros, somos grandes desafortunados, con todo lo que hacemos… Si los demás preguntan por nosotros, alimentamos la neurosis de que somos imprescindibles. Hay tanto ego y dolor en quien está “arriba” como en quien está en la “lona”.

Tarde o temprano las paredes que nos separan y el perfil que nos creamos para estar solos y aislados, se hacen evidentes. La omnipotencia se derrumba. Cuánto tiempo gastamos en huir del corazón. Los ojos delatan la tristeza, no pueden sostener la amargura para siempre.

El amor no es un discurso, ni un encantamiento para resultar atractivo y ser aceptado por los demás. El amor no es selectivo ni hermético porque la sabiduría es luz y la luz está en el aire y en todos lados. El amor no hace daño, pero cuánto miedo da regresar a él.


Camilo Pérez

miércoles, 19 de marzo de 2014

El péndulo: de la fantasía a la realidad

Estamos en marzo, mes remolón. Los miedos, la incertidumbre y la inseguridad están presentes. El “deber de” y el “tener que” son una orden que muchas veces soportamos por el premio mayor, que también es una ilusión. Se renuevan los compromisos y las aspiraciones. Titubeamos. Queremos ir hacia algún lugar. En el mejor de los casos sabemos cuál es la dirección, pero puede pasar que queramos movernos y no vemos por dónde empezar. Reaparecen los “pendientes”. Lo que dejamos para otro momento, fermenta ahora. Queremos eludirlo y la propia sinergia de aquello que precisa atención y reparo, nos tira para atrás.

Las ganas, los buenos deseos y las mejores intenciones. La voluntad y el envión que queda de las vacaciones nos empuja hacia delante. “Se busca” (dice el letrero) y la letra chica anuncia: “Lo más rápido posible el próximo feriado. Una nueva distracción parecida al carnaval…” Hemos aceptado ser un país de servicios pero queremos ser quien goce de los recreos y no quien se “ensucie” las manos.

Todo el querer está listo para asaltar el año. La personalidad apronta el mejor atuendo para salir por lo que cree que precisa. Sin embargo, lo urgente muere a las puertas de lo que se necesita. En este momento se despierta una gran puja adentro. De un lado se presentan los requerimientos del ego y del otro emergen las situaciones no resueltas para salir a tomar lo que en verdad precisamos.

Nos perfilamos hacia un lado de la cama queriendo esquivar el bulto y se agolpa delante de nuestras narices aquello con lo que no podemos lidiar más. Tribulaciones. La mente no se detiene. No nos damos respiro. Damos vuelta la página, la cabeza hacia el otro costado de la almohada y la pesadez no se va pese al esfuerzo por encontrar una manera más cómoda y un cuento que nos haga la vida más sencilla. No se quiere la medicina ni la sanación. Se busca la receta para estar curados lo antes posible. Con tal de no hacer contacto con el dolor, movemos todos los mecanismos que podemos. Y no se llega a nada.

El alma es un gran baúl de amores y dolores, de reuniones y desencuentros, de abrazos y desamparos. El alma ordena las prioridades y ajusta la realidad hacia nuestra cara más frágil, ese perfil que tanto nos cuesta aceptar: el dolor, otra vez.

El alma entera está recibiendo tanta luz que nos manifiesta lo impostergable: enfrentarnos a nosotros mismos. Somos el arquitecto de la cárcel propia, el celador y el recluso. En un panorama interno así de claro, con un foco dentro que alumbra plenamente nuestras sombras hasta dejar encandilada nuestra ceguera, es imposible no ver cucos, culpables, monstruos y cabezudos a nuestro alrededor.

Contamos con mil maneras de restarle importancia a ese contexto, de justificarnos, de exculparnos, de excusarnos. Según cuál sea el mecanismo desde el cual estamos acostumbrados a defendernos, nos instalamos y nos movemos en la vida.

Los modelos adoptan un sinfín de máscaras, sin embargo los estereotipos no son demasiados. Sé que hallar un lugar que apoye la búsqueda de quiénes somos es relativamente sencillo. Digo relativamente porque hoy está lleno de caminos espirituales o de métodos de sanación que son llaves hacia el terreno del alma. Insisto en lo relativo porque podemos pasar años hasta dar con el lugar que sea el adecuado. Hay senderos que develan nuestra naturaleza y otros que la pasteurizan haciendo todo uniforme y muy light, y el camino del amor está lejos de ser suave y delicado. 

(Continúa pronto.)


Camilo Pérez

lunes, 3 de marzo de 2014

Tópico

Nuestras creencias se desvanecen a las puertas de la experiencia. A partir de allí maduramos lo que nos parece y pasamos a ser responsables de lo que sabemos.