viernes, 14 de febrero de 2014

La hiedra, la miel y el veneno

Enojos cósmicos, calenturas siderales y rabias que alcanzan los extremos del cielo. Un embrutecimiento que parece eterno y los juicios... Los mismos juicios de siempre, como un rap monocorde y machante que se regocija de sus devaneos. No canta, los queja,  a veces a voz en cuello y otras veces desde el desgarro y el cansancio de su garganta.

Feliz el cerebro de crear complejos laberintos adentro de sí, donde siempre tiene razón y sobre todo, mucho dolor que justifique el encierro y la permanencia en soledad. Entre el reclamo y la desdicha sin final, forja su acero contra el amor para que nunca más la belleza invada su vida. Si cuando nació y creció, fue grande el sufrir y su historia se hizo particularmente doliente. Especial y únicamente doliente... Nadie ha sido tan herido como vos en el universo desequilibrado que orbitamos. Tenés la razón, toda la razón y te asiste nada más que la razón, Dios te desatiende desde el primer momento y por eso se hace insoportable confiar en la vida y aterrador que la esperanza se manifieste en cualquier rincón de la galaxia o el espacio que conocés. ¿Por qué? Porque si el amor anda cerca, corrés peligro de que te alcance y en un instante, desplome las mentiras que sostienen tu mundo. Es cómodo y frágil dormir en el terciopelo, la seda, el lino, las plumas y la ignorancia. Los hilos del confort, finalmente se quiebran. 

Así se presenta todo. Y está bien... Estamos todos embarcados en semejante empresa. Todo está en llamas, la vida y la muerte arden. Nos rodea un gran incendio universal y las tormentas ya son solares. No está muy claro si llueve agua o calor, si la lluvia baja de las nubes o del astro rey. La temperatura y la fiebre son la única forma de derretir el hielo en los corazones y el agua y su liquidez la manera que encuentra el universo de ablandar las resistencias. Vos podés ser una roca pero Dios es insistente y jamás desatiende a su creación.

Yo te pregunto, ¿a qué le tenés más miedo, al dolor o al amor? ¿Te animás a triunfar sobre ti mismo, sobre tus intereses y ambiciones? ¿Te animás a que gane tu corazón por sobre tu personalidad y sus formas? ¿Te animás a descubrir que no sos invencible y tras la derrota de las caretas revelar que hay amor en ti, sagrado y vital?