domingo, 27 de mayo de 2012

Un río de banderas

No conozco cada historia detrás de las banderas, no sé sus rostros ni sus alientos, no sé sus luchas ni sus impulsos. Acaso lo primero que sé es la necesidad de despertar conciencia, sentar nuevos pensamientos, disparar otro sentir. Todo lo que escribo lo reconocí en el corazón del mundo, lo pasé por mis entrañas y lo experimenté con mi carne. Hundí mis pies en el barro más de lo que imaginé, socavé la tierra con mis propias manos. 

Atesoro el secreto deseo de ver un río de banderas fluyendo en este espacio, que me cuenten qué hacen cuando sienten frío, pena, alegría o calor. Que se arriesguen a decirme qué color de ojos tienen sus almas, esas que leen detrás de la pantalla, en el otro lado de mi mundo. Hagan de este trabajo una aventura personal, en este mundo íntimo que descubro para los viajantes. Adhiriendo a las palabras que sujeto o esquivándolas y discrepando con luz propia. No importa de dónde provenga tu faro, no te calles. Nunca sabés a quién podés salvar con un cuento nuevo, con un comentario, con una sentencia. Una vida o una par de mejillas quizás se sorprendan y se atrevan a mostrar sus dientes, esos que acompañan la sonrisa.

Por allí comprendí que soy espíritu, que soy alma y soy humano. Por aquí comprendí la urgencia de cambiar los hábitos, los usos y costumbres; añejos, vencidos, herrumbrados, chirriantes. Sé que pronto nos sorprenderemos todos cuando se cumplan los rezos de las fechas cruciales. Nadie es profeta en su tierra, y como escritor soy un mal profeta. Busco salir de mi tierra y sentirme correspondido en cualquier rincón insospechado, pues si hay algo que no he sentido en mi vida, es correspondencia. 

También pretendo tender redes y tejer corazones. Como en esto de sentirme solo en mi punto de vista acumulo experiencia, cuando conozco locuras desatadas, insensatas, honestas, verdaderas, develadoras en bocas ajenas, me nace un deseo espontáneo de compartirlas, de multiplicarlas, como las banderas. Porque las corduras conocidas más bien inmovilizan, nos hacen iguales, todos medios parecidos, todos uniformes. Son como las cadena de producción de una fábrica, hasta los errores están previstos dentro de los presupuestos. Presupuestos en su doble término. No hay nada de sorpresa en la monotonía, en las corduras conocidas aún con daños colaterales y errores presupuestarios. Por eso para salirse del libreto es preciso y urgente ir un poco más allá, desnivelar, desigualar la cosa... Por eso debe ser que me fascinan las banderas desde siempre, los colores, las formas, los cambios, aunque estos últimos me cuesten, disfruto mucho de su devenir. También me fascinan los mapas, porque como las banderas, cuentan historias, cuentan cuentos que para muchos son mitos y para mi son verdades, de esas que les decía, amo compartir. Las que ofrecen una óptica distinta que cambia todo lo previsto y te deja impávido. 

Por eso si te conmueve una línea, un párrafo o un trabajo entero; dispersalo, esparcilo. En este blog no hay mayores intereses -de momento- que la publicación de ideas que ya no caben en mi y que siempre encuentran una abertura por donde escaparse. Te invito a disgregar, entonces, este contenido y todo el resto. Nunca sabés a quién podés salvar con un cuento nuevo. ¡Aprovechá ahora que todavía no hay SOPA que te cobre derecho de reproducción!


P.D.: También quiero agregar una última línea dedicándole este trabajo a mi madre, Claudia Olivera, quien en su Claudiosidades, inspiró mi nota a través de la suya: "Ilustres visitantes".


Bandera de los pueblos originarios



Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!

viernes, 18 de mayo de 2012

El Universo en tus ojos


Una página web me consulta quién soy, quiere saber de mi, como tratándose de la primera cita. Y yo le escribo: soy por formación, un tipo con una mirada universal del panorama, y al escribir, dejo que cada cual, haga el traslado del concepto a su conciencia. Soy por naturaleza un lunático buscando claridad en la confusión. Un par de ojos que buscan la verdad en un escenario donde sobran las consignas que la ocultan. Una mente volátil y extrema, y unas manos con puntería de francotirador, intentando el amor entre tanto incendio. Un loco retirado de la vorágine como única y personal forma de permanecer sereno y cuerdo en medio de la impostura. Un joven que adoleció en la madrugada y que parió su poesía en la oscuridad, donde fue meciendo las letras hasta el borde del alba, donde se rinde la guardia y gobierna el cansancio. Un zurcidor de vidas que cosió el alma cantando. Alguien nacido en primavera, que jamás se convenció sobre lo que decían de sí las costumbres y los mandatos grises. Más acá en el tiempo y en el espacio, un hechicero aprendiendo la alquimia de ordenar palabras. Quien las construye y las ordena es el espíritu, quien escribe es el canal. Un tipo simple, arriesgado su verdad en medio de notables ajustando sentencias para siempre. También un aprendiz del arte de escuchar al fuego, y a veces, un ciego cargando luz y esperanza. Alguien que ensaya otra manera de vivir, siguiendo el camino de su corazón.





Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!

miércoles, 16 de mayo de 2012

Cuando pase el temblor

¿Tu cuerpo ha temblado como una hoja?
¿Lo has visto sacudirse a oleadas, con vehemencia?
¿Conocés la sensación de estar preso en vos mismo,
con la garganta cortándose, seca,
sin poder articular palabra y tragando lo poco de saliva espesa,
casi viscosa, que tus glándulas secretan?
¿Y qué tal si a ese panorama le sumás
una sudoración extrema recorriendo
las sienes, el pecho... helando la espalda?
La mente que no para de sentirse amenazada,
descubierta, paranoica; queriendo desbocarse
y contar cada pensamiento imberbe
que construye, que elucubra, que sopesa.
Un ego indómito buscando escondite en cualquier
rincón del organismo, doblando la boca del estómago,
llenándola de bilis, produciendo nauseas
que suben repulsivas suplicando abandonar esos labios.
¿Conocés ese cúmulo de sensaciones?
Eso es el estado de pánico...

El corazón también desbocado, exhausto de hablar
entre tanto pensamiento subversivo.
El corazón bombeando sangre.
y ésta, intentando lavar el veneno mental.
La nariz respirando conciencia,
los pulmones expandiéndose para que ingrese aire.
El aire imprime pequeños respiros,
espacios e intervalos de levedad
donde la mente descansa
hasta volverse molesta nuevamente.
Los ojos cargados de cansancio,
de buscar cómplices o enemigos
según convenga al pensamiento de turno;
hay pensamientos que tienen su raíz en el abandono,
otros, en la culpa.


Las manos esculpiendo entre sí y en el aire prisas y ansiedades.
Así, los ojos se rinden y comienzan a destilar instantes de pureza
que lavan y enjuagan el alma.
El aire toma impulso en la boca del estómago,
la nariz no alcanza y los labios toman distancia entre sí
para absorber una bocanada de aire.
Se comprime el ceño y se distiende un momento.
Los labios se aprietan para sacar de un plumazo las tristezas.
Los pies en la tierra, los codos en la entrepierna,
la espalda hace su descarga y detrás de sí,
los hombros desploman su rigidez.
Ha sido el fin de una lucha.
Un corazón sosegado devuelve la claridad,
la respiración consciente relaja los últimos temblores
y mis ojos nacen de nuevo con luminosidad.
Detrás de todo estado de sopor, lo que nos sostiene vivos, 
es un verdadero amor existencial. 
Esa es nuestra raíz genuina.
Eso es la serenidad.

Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!

martes, 15 de mayo de 2012

Mataos los unos a los otros. Poesía de acción directa

Ay familia...familia...los íntimos y los más lejanos, los nuevos amigos del fb, los que están hace tiempo, familia toda, esta realidad no da respiro! En el círculo íntimo, allá lejos, hace un par de años, cuando por estos lares comenzamos a andar nuestro camino espiritual, fue una parada que contextualizaba inquietudes que hervían en mi desde que tengo memoria. Y la espiritualidad tan propia se convertía en aquellas verdades que hablaban lo que mi corazoncito tímido no podía aún traducir en palabras, ni que hablar de escribir largas notas por aquel entonces. Luego, llegaba yo de mis ceremonias del camino, o de algún que otro cursito dispuesto a salvar a mi familia y amigos sobre lo que iba sabiendo, enterándome. Por supuesto, palabras más, palabras menos, personificaba la locura, porque no había academia, ni facultad, ni universidad, ni ciencia, que sustentara lo que yo empezaba a balbucear que iba a ocurrir. Hace dos años comenté que el 2011 sería un año de grandes catástrofes, signado por movimientos en la naturaleza producto de incomunicables informaciones que hablaban de alineamientos planetarios y otros menesteres. El año pasado, en el último trimestre, comenté con más seguridad que el 2012 venía de fuertes movimientos sociales. Al paso de los indignados de Madrid entre otras ciudades de Europa, y extendiéndose a otras grandes capitales del mundo. Se han levantado decenas de revueltas en Africa y Medio Oriente. Se desvanece la estabilidad que nos hizo sentir seguridad bajo nuestros pies. A esta hora, escribo en prosa, un poco de poesía que convierta y cambie la pesadilla por los sueños. Con tal de que a uno, dos o diez de ustedes les puedan llegar estas palabras, me siento y escribo, y para mi con eso alcanza. Por suerte no prendo la tele hace días y una vez más, no alimento mi propio morbo con muerte alguna, aunque estas hieran mi sensibilidad. 

Nos indignamos con el asalto, nos indignamos con la televisión que muestra los asaltos, nos indignamos con los políticos que salen por la televisión indignados por los asaltos. Los escucho indignados porque los indignados por los asaltos pertenecen a una agrupación política y elevan sus voces. Escucho indignados porque molesta que se indignen desde otros bandos partidarios, y entonces se indignan con otros uruguayos, igualitos que vos, pero de otro color y molestos con el poder de turno. Uruguayos indignados con otros uruguayos y todos juntos indignados contra los que asaltan negocios y vidas. Unos contra otros. ¡Repitiendo la cadena de los enemigos sin parar! 

La convulsión social vino para quedarse, para mover los revoques que van quedando de una pared social en convulsión permanente. Todos contra todos. Contra la pasta base que entró en la era Batlle -¡la mierda que entró pasta base entonces!-, contra el Frente o contra Vamos Uruguay, contra un sector u otro dentro del gobierno que se enfrenta, como fuerza política, a una elección presidencial en días. ¡¿Es que no lo vemos? ! No hay salida así, es un rebote permanente contra las cuerdas hasta la piña que viene. Un final trágico si no cambiamos la mirada de una vez por todas. 

Ajústense los cinturones, desde mi mirada "espiritual", de loco y sin licenciatura ni un comino que me respalde, siento que esto recién empieza. "Lo mejor de nuestra piel es que no nos deja huir", a mi que me fascina citar al Indo. No hay a donde escapar. En días, cuando nos acerquemos a mitad de año, otra realidad nos va a dejar alucinando, porque de pronto, al único espejo al que vamos a poder gritarle nuestra indignación, es al personal. Si dejamos de escapar al televisor que nos tiñe con otra crónica roja, si dejamos de alimentarnos de tanta porquería, vamos a empezar a asustarnos de lo que vemos de nosotros mismos. Capaz que allí, resulte reparador ver el amor que está a tu costado en vez de consumir tanto odio. ¿Cuánto tiempo te podés sostener la mirada a vos mismo? 

En concreto, la indignación y todo lo que nos moviliza, es el estado de conciencia en que vive cada uno. Me acuerdo de uno de los pasajes de la biblia, cuando Jesús -creo- dijo: "El que esté libre de pecados, que tire la primera piedra". En este país, que llamamos "cristiano" a cualquier hijo del vecino, estamos en una batalla campal, arrojándonos bloques, ladrillos y balas a la cabeza. Acá no existen santos... y quien se erija como dueño de la verdad, en definitiva, no hace más que olvidar, que existe una verdad  en el corazón de cada individuo de esta tierra. El consenso no se levanta gritando más fuerte que el de al lado, ni reuniéndose con los que piensan bien parecido a nosotros. El círculo, la horizontalidad y el consenso, nunca fueron cualidades de la política; porque en las raíces, cada uno de nosotros, tiene metido hasta las cejas la educación prohibida. 

Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!

domingo, 13 de mayo de 2012

Poesía art decó y el borde del precipicio (Nivel II)

Las fronteras del contacto entre países son un hierro al rojo vivo, los últimos recursos energéticos se llevan la plana mayor de los conflictos que estratégicamente se avecinan y se desatan porque faltan ser repartidos.
En este rincón de América al sur, todavía podemos respirar con serenidad, no tenemos el tamaño de las potencias que nos rodean, por tanto la exposición mediática, es sensiblemente menor. No estamos en una lujosa ubicación en la tabla alta del mercado que transcribe exportación/importación, como Brasil; ni tenemos los berretines de hacernos los guapos con potencias –británicas, sea el caso- como lo hace el gobierno argentino, luchando por unas Malvinas que no les pertenecen ni de casualidad[1]. Por si fuera poco, los veteranos de guerra de las Malvinas, pedían reconocimiento al estado de su país. Mientras los grandes de nuestra comunidad sacan pecho y se menean, Uruguay goza de su momento de gloria y juega sus minutos de ganador, de callado. Un gobierno insuflado con viento sur y a favor, de camiseta estirada e inflada, que suma prestigio internacional, producto de un perfil bonachón de su presidente, siempre dispuesto a agachar la cabeza ante los requerimientos de su hermana mayor. Mientras, el uruguayo tipo labura sin cesar y disfruta en cómodas cuotas de la distracción a cualquier escala. Las paredes atestadas de pantallas planas, aire acondicionado splits, y otros sistemas que aseguran la comodidad del mundo privado. Una burbuja, decenas de burbujas, partes de burbujas de una burbuja aún mayor a punto de hacerse polvo.
En este show business, la poesía verdadera camina gastando la suela de sus zapatos añejados en el mejor de los casos. Desde el dolor que significa -a modo personal-, observo a miles de personas satisfaciendo sus necesidades básicas y de las otras. Mientras, me debato entre un estado de carencia por no poder acceder a cosas elementales que aporten tranquilidad, y la firmeza aflorando desde lo más profundo de ocupar mi lugar. Los días pasan creando líneas que conmuevan y aprendiendo el arte de reflexionar con mirada poética y de francotirador. De otra manera, la poesía es una herramienta en desuso, es un arte decorativo que no llama la atención ni provoca gestos suficientemente tentadores para el común de los humanos. Para la coyuntura que nos envuelve, encuentro que hacer poesía es un gesto revolucionario entre tanto montaje, entre tanto conflicto al borde del precipicio.


[1] Acoto, un medio periodístico -No toquen nada- fue invitado a una misiva, constatando que los pocos argentinos que viven allí, no son demasiado integrados a una comunidad expresamente anglosajona.

Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!

Poesía art decó y el borde del precipicio (Nivel I)

“Estamos tirando papel picado a bordo del Titanic, pero sospechamos que nos está acechando un iceberg”, suelta el Indio Solari en una entrevista dada hace dos años. En aquel diciembre de 2010,  tuvo que salir a dar la cara ante la presencia de “El Perfume de la Tempestad”, su último trabajo discográfico. Advierte, presa de su propia comodidad, entre entusiasmado y temeroso de una realidad que nos va a dejar con el culo para arriba en cualquier momento. Y yo me permito comenzar esta nota, impresionándome con la forma de describir un paisaje que es tan claro como ensordecedor. Hace unas horas me pasaron información de un newsletter -diario virtual- llamado La Hoja, tardé cinco minutos en dar con un artículo llamado “2012 El año del Juicio Final”, atrapado por la intriga de un título que coquetea con panoramas que suelo expresar en mis trabajos, lo leí. En el tercer renglón me di cuenta que no tenía nada que ver con lo que yo escribo. Sin embargo el buen hombre que lo realizó, hilaba de manera inexorable, cómo el destino de la economía mundial está ligado a una pantalla sombría, a un destino en común, donde lo que se avecina es el final de la ruta de las comodidades.

Comparto algunas de sus líneas:

“La perspectiva social, política y económica para 2012 es extremadamente negativa. El consenso casi universal, incluso entre los economistas ortodoxos convencionales, es pesimista respecto a la economía mundial. Aunque incluso aquí sus predicciones subestiman el alcance y la profundidad de la crisis, hay poderosas razones para creer que 2012 será el principio de un declive mayor que el experimentado durante la Gran Recesión de 2008 a 2009. Con menos recursos, mayor deuda y una creciente resistencia popular a salvar el sistema capitalista, los gobiernos no pueden rescatar el sistema.”

En pleno día de la madre, vuelvo a bucear contra la marea y a atentar contra el cardumen. Cuentan que en la mayor casa de electrodomésticos de plaza (Carlos Gutiérrez) vendieron cientos de plasmas, LED’s y LCD’s, cual si fueran leche común o pan que quema las manos. Parece que es momento de gastar a cuenta sin medir consecuencia. Los comercios se encuentran atestados de gente, las vidrieras revientan las ofertas y todo se atrinchera for sale. El nuevo uruguayo se apresura a pagar al contado o a crédito el mejor cero kilómetro que la media en plaza le permita comprar, para así, ajustar hasta la banquina los últimos centímetros de las avenidas que ya no dan abasto. En los lugares más humildes, incluso donde yo vivo, se levantan a ritmo de vértigo casas o cabañas, hogares en madera, ladrillo o bloque. Los más aposentados económicamente se animan a construir en barro, y otros, en materiales especiales que les permitan desmontar sus casas cuando demande la ocasión. Eso les permite elegir otro destino -nada librado al azar-, cuando las aguas se levanten sigilosas, golpeando la puerta de los terrenos que les fueron ganados hace décadas.

En una lectura nada ingenua de la realidad, la empresa de cable Nuevo Siglo, disparó para la pantalla, el espejo de este tiempo que estamos viviendo atrevidamente. Es que cuando el mundo se levantaba lentamente de la crisis de efecto dominó que azotó a fines de los 90’ o principios de 02’ en Europa y América del Norte, nosotros la comenzábamos a padecer. No sé si las fechas serán exactas, es que la crisis ha estado en todas partes, apareciendo y desapareciendo, han sido como fueguitos intermitentes y desoladores explotando por todos lados. Lo que sé es que en Uruguay se produjo en 2002, y ahora este nuevo uruguayo, no quiere perder la era de bonanza que este hermoso cielo celeste nos está lloviendo. Es así que abundan las casas de créditos al consumo y las ofertas en qué gastarlos son masivas. Los celulares vuelan por la cabeza, y compiten con dientes apretados con las computadoras portátiles que a su vez se achican al extremo para sumar competitividad en el terreno de la telefonía móvil. Entonces ya no se sabe bien la utilidad en orden de prioridad de la tecnología. Solo sabemos que nos mantiene en soledad y todos conectados.

Darwin Desbocatti, personaje de columnas radiales y escritas, también comenta día por medio, la mentira que estamos viviendo. Los líderes espirituales advierten desde hace rato que se vienen días de graves estallidos, tras épocas de conectividad absoluta en estado de enter permanente. A un clic de la banca rota, los abogados del diablo anuncian las proximidades del default y del fin de las reservas económicas en los estados de bienestar. Hoy, Alemania, Francia, los países bajos y algunos estados escandinavos, sostienen como pueden, las consecuencias de los estados de vicio en que vivieron Grecia, Italia, España, y los demás países de una Unión Europea colapsada. 

Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!

miércoles, 9 de mayo de 2012

Yo no sé vencer. Episodio IV (Probablemente el último)

¿Quién gobierna en tu corazón si tu mirada piensa –maquinal–  que debe resolver políticamente los asuntos de acá a los próximos treinta años? 

El mito del progreso es ante todo, una ficción social, una película y su rollo. Al igual que la vieja consigna de la compra del paraíso, un gran flagelo que hipoteca nuestras chances colectivas de vivir en el presente. Son las enseñanzas de la vieja era cristiana, cuando el buen Jesús partió y su sabiduría quedó atrapada en la tercera dimensión, interpretadas y malogradas por milenios de ignorancia. Es, ante todo, la costumbre, la tradición de vaciar el presente de interés y contenido, apostados a un futuro promisorio, inalcanzable y con mirada al mar. Así contado, así inventado, el presente es una prisión atroz e irreversible y el futuro, una válvula de escape por donde toman aire los pulmones asfixiados. El presente es eternamente próximo. El corazón social late como un bombo en negras o sincopado, pero nunca en consonancia con el resto del espíritu. Se desboca intentando que lo sientas. Es ese el mito.

Las jerarquías son jerarquías porque los primeros jerarcas de estas tierras  arrebataron una parte del corazón –la confianza en Dios– y nunca más sentiste su presencia. Anulada la confianza en un Yo Superior –tu Dios interno– las jerarquías definen dejar constancia en millones de tinta y papiro: de ahora en más, Dios será nada más que una creencia. Por eso –escribió Nietzsche– tiene la posibilidad de morir. Las creencias poseen una característica implacable, tienen la debilidad o la virtud –por no sentirlas quien escribe como fortalezas – de mutar según nuestro estado de ánimo y el climático instalado en el cielo de nuestra cabeza. Entonces, en este mundo de progreso y de enemigos, le entregamos el gobierno de la vida a la mente. Si lograra ver los chiquicientos cuerpos que somos, además de un poco de materia gris; si supiera todas las ciencias y todos los misterios de la vida – manifiesta y no manifiesta– me avergonzaría, es una parte tan escueta y finita en la que deposito el mando de lo que realmente soy. A mí también me sucede. No es para sentirse culpable ni pequeño, SOMOS inmensamente grandes. Es más, la culpa es otra fatalidad que habría que mandar, en buen romance, ¡al destierro! Pero se ha usurpado la posibilidad de la experiencia trascendental y en ella se encuentra el aliento divino. La experiencia de Dios, en intimidad, la recordamos en situaciones catastróficas, cuando el ego queda paralizado y en estado de descontrol.

Entre Dios y nosotros están los jerarcas hace milenios. Interrumpiendo y entorpeciendo la relación. Es que se sabe, la política en la escalera al cielo, es el muro de contención de las grandes revoluciones. Luego, más elevados, los afortunados que logran administrar el amor universal, visten de blanco; se llamaron clero o monarquía, monarquía o clero. 

La política, sin embargo, siempre tuvo las manos sucias. Herederos de la Roma indomable. ¿O acaso los viejos europeos, anarquistas y socialistas –materialistas utópicos o materialistas dialécticos pero sobre todo teóricos– soñaron con un progresismo mitológico? Las ideas se convirtieron en fábricas, en país productivo y de servicio. ¿Alguna vez un discurso político no estuvo sostenido de pasado y futuro en su lenguaje? 

“Mientras tanto, lenta, muy lentamente, se les mete la muerte por donde los monos se meten la manzana.”, escribió el Indio Solari hace veinte años como presentación del packaging que incluía La Mosca y la Sopa. Esta sociedad-espectáculo interfiere en las relaciones humanas, pero la herejía se cuela como la manzana, cuando el monito más alto trepa sabemos bien qué es lo que se le ve... 

Hay una parte de la humanidad cargando un pesado lastre, queriendo apropiarse por asalto de la firmeza, la confianza y la esperanza; cualidades del espíritu. Olvidados que les pertenece por naturaleza. Milenios de experimentos, empirismos y curiosidades de un hombre chiquito e ignorante hoy comienzan a rendirse a la luz que viene del espíritu: pura e inmensa. No hay nada que ganar, por eso este camino me señaló la imposibilidad de la victoria y de la derrota. Fue largo el tránsito hasta darme cuenta que no había ningún sitio adonde estuviese llegando tarde. Los terrenos que guardaban alguna enseñanza para mí se vistieron de sonrisas o de dientes apretados, pero fue posible transitarlos. Por eso yo no sé vencer. Porque en definitiva, para el único que no había espacio ni alternativa de victoria, fue para mi propio ego, dolido y amenazado siempre. Reconozco a mi propio ladrón, quitándome las ganas, y a mi propia luz, enorme entre tanto incendio.





Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!

martes, 8 de mayo de 2012

Yo no sé vencer (Episodio III)

Si participar de la victoria electoral había significado para mí un sinsabor, tendría que buscar el tiempo para comprender por qué si estaba vez había elegido el lado de los ganadores, de todas formas me encontraba vacío por dentro. Me llevaría años entenderlo.

- Cuando nos encontremos en la ceremonia, en quince días, les vamos a contar cuál de los dos es nuestro grupo predilecto- soltaba Alejandro con una risita cómplice a los alumnos de los últimos domingos del mes.

Se acababa otra jornada del Curso de Espiritualidad en el Centro Gestáltico de Montevideo. Las caras de todos reflejaban el agotamiento luego de otra intensa instancia. Siempre había espejos para ver las debilidades y las fortalezas propias en los rostros ajenos. El curso además de ser altamente movilizador y sanador en las jornadas pautadas para el año, nos proponía -cada tres meses- el cierre de módulo a través de ceremonias del Camino Rojo, camino de sabiduría de los pueblos indígenas de América. Era el turno -en quince días- de verse las caras en una ceremonia de medicina.

Estábamos en aquella especie de quincho circular, llamado Opá. Piso de adoquín, al centro un hueco de tierra y arena redondo de donde se levantaban las lenguas del fuego. Las paredes de aquel lugar eran enteramente redondas, hasta que unos metros arriba, nacía un techo de paja que subía pronunciadamente. Al final, unos diez o doce metros sobre nuestras cabezas, el quincho sellaba su altura hacia el centro, y este, al igual que en el hueco del piso, tenía una abertura circular, por donde subía el humo y escapaba hacia el cielo. Las más de cincuenta personas que nos encontramos allí reposábamos nuestras espaldas contra la pared, bolsas de dormir y algunas mantas se escurrían por debajo de nosotros. Al abrigo del fuego y con la consigna de centrar nuestra atención en él, pasaríamos allí la noche. Esperando el pasaje de los Hombres Medicina que repartirían los honguitos, medicina para la ocasión. Bajo su guía amorosa y una vez reunidas ambas clases – la de los sábados y la de los domingos – se daría comienzo a la apertura de la ceremonia. Alejandro se paró para abrir el juego, y comentó: - ¿Recuerdan que les dijimos que les íbamos a decir cuál grupo es nuestro preferido? Bueno, todos juntos, siendo uno solo. Una familia.

Ese día, luego de tanto caminar comprendí que vivíamos como humanidad en el mito de los enemigos. Buscando un lugar bajo el cielo y compitiendo por lo que es de libre acceso: el aire, el agua, el fuego y la tierra.

La astrología universal llama a este tiempo que llega a su fin, la era de piscis, y esta no es otra cosa, que la historia de los últimos cinco mil años, y tal vez me quede corto. La era de piscis es el tiempo de la dualidad espiritual y en el plano material, lo vivimos como el tiempo de los antagonismos, el tiempo de los enemigos. Un pez que circula en una dirección y otro en la opuesta. Lo que esconde este signo, es que ambos giran en torno al mismo círculo, porque así es la vida. Por tanto, más tarde o más temprano, debemos pasar por la experiencia del otro lugar al que hemos elegido. Por eso en algunos momentos escogemos ser la autoridad de nuestra vida y en otras la depositamos en alguien más. Siempre recorriendo ambos sitios que se miran a la distancia, ajenos pero necesarios y complementarios, para integrarlos en el corazón.

En la política se consagró hace décadas el saludo con la “V” de la victoria,  expresado con el dedo índice y el mayor levantados. Pero ninguna victoria parece ser suficiente a ojos de la ciencia política y sus actores. Hace tiempo se instaló la cultura progresista en gran parte de Latinoamérica. Parece ser el último paradigma que ofrece este sistema con el propósito de eternizar sus intereses. La representación de un cielo inalcanzable, la sustitución de la compra del paraíso, el mito del progreso, la invitación a estar siempre ausentes del aquí y ahora.

Este tiempo es el de unir ambos caminos, para transformar lo que la humanidad caminó de forma separada, en una sola senda. UNI DOS.

(También continuará)




Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!

lunes, 7 de mayo de 2012

Yo no sé vencer (Episodio II)

La memoria ordena los acontecimientos de nuestra vida de acuerdo a principios más elevados y a la vez elementales. No importa tanto cuándo sucedió sino que aquello que ocurrió constituye lo que somos.

Era una tarde de calorcito en el patio del liceo, en horario extra curricular teníamos clase de gimnasia. Estábamos separados por género: a un lado las mujeres y al otro los varones. Aquella clase nos exigía estar parados en línea recta, como una murga sobre el escenario, digamos. Hacíamos ejercicios. De repente un compañero se sale de su lugar y camina hacia mí. No recuerdo el motivo y ni qué me dijo, si es que articuló palabras... sólo recuerdo que me dio una piña. Sencilla, no tenía su puño apretado en gran modo, por tanto a la distancia, pude medir su intención. No quería golpearme por estar enojado o molesto conmigo ante alguna circunstancia anterior -inmediata o mediata- estaba expresando sus dotes de “machito” y quiso amedrentar a los iguales o inferiores a él y demostrar su valía a quienes eran más grandes. Justo la tarde donde los chicos malos quedaron fumando marihuana en alguna esquina, o siendo testigos de cualquier grado de violencia en los hogares de donde provenían. 

Mi reacción instantánea fue recomponer mi rostro, estupefacto por dentro ante la agresión inesperada, pero demostrando un orgulloso “no importa, ni me dolió” hacia fuera. Aunque claro, me estuviera desarmando y desmoronando ante la experiencia de debilidad y vulnerabilidad que estaba viviendo. Jamás pude agredir a nadie en estos veintiocho años, ni en sueños. Los que me conocen saben que es literal. Ese día asumí una nueva derrota.

Pronto cumplí la mayoría de edad. Líder entre otros de la agremiación del centro de estudios de segundo ciclo, participaba y era figurita conocida de las movilizaciones de la índole que fueran. Aquella generación de jóvenes comprometidos con los conflictos educativos –de las últimas que se conocieron por aquí también se plegaban a las consignas sociales más importantes, si acaso había que sumar voluntades en la calle.  Esto me puso entre la espada y la pared. Parados de punta y convencidos de enfrentar las decisiones políticas del último gobierno de derecha, en medio de la crisis de 2002 y entre gremios radicales o de corte netamente anarquista. Yo veía contradicciones de orden teórico y práctico en la izquierda uruguaya que saboreaba su primer triunfo en las urnas a nivel nacional. Ya discutía con mi familia acaloradamente sobre el abandono de los viejos ideales y la afiliación al nuevo progresismo. Mi cabeza respondió al mandato y en aquellas elecciones voté al Frente Amplio y unos meses después, Tabaré Vázquez asumía como Presidente de Uruguay. Esta vez me plegué al lado de la mayoría y la victoria me supo a nada. Sin embargo, resultó para mí una experiencia desestabilizadora y fragmentaria. Pues en mi corazón latía ya otra verdad. La propia. 

Mi nivel de raciocinio ya entendía -noches en vela pensando y ordenando el mundo de las ideas- que las soluciones a los problemas existenciales no se resolverían jamás de manera política. Una espiritualidad incipiente pedía permiso para dejarse sentir en mi corazón. Ese día fue el primero de muchos en que me di cuenta del mito de los enemigos. 

Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!

sábado, 5 de mayo de 2012

Yo no sé vencer (Episodio I)

Las victorias son el espejo de una resultante de situaciones positivas, y es un juicio subjetivo, y a veces egóico que sean victorias. Pretender sólo ganar resulta a mi juicio, una lectura inmadura de la vida. Soy un entusiasta defensor de la derrota, o dicho de otro modo, cuando no consigo aquello que quiero, también puedo armar un tabaco e intentar, mientras las cosas transcurren, hilvanar el motivo para el cual aquello no se dio. Siempre hay una lección escondida en esos detalles. Porque también entiendo que las victorias, a veces, son detalles. Las victorias, para mi, son ciertamente estar en el lugar y en el momento preciso. Porque eso explica con más altura y humildad dos cosas: que el Universo es un movimiento inteligente y sincrónico permanente, y que es maravilloso soltarse y caminar ingrávido y humilde, entregándose al amparo inconmensurable y universal. Cuando las cosas suceden así, sin esperarlas o buscarlas, ¡son una fortuna!

En mi vida he tenido la sensación de estar escogiendo mal en algunas ocasiones, pero como la elección provenía del corazón, supe que no tenía otra alternativa. Por ejemplo cuando de niño nada más, me hice simpatizante primero, luego hincha y después fanático enfermo de Nacional de Montevideo. Para que conste, soporté – estoico – el quinquenio de Peñarol. Ganaron el campeonato nacional de fútbol cinco años consecutivos. Hecho histórico si los hay. Y para que comprendan la magnitud del sentimiento de escoger o llegar tarde a los acontecimientos, cuando Nacional fue campeón de América, allá por el 88’, tenía apenas cinco años, jamás podré presumir de aquella consagración. ¿Se entiende? Por supuesto que no fueron todas derrotas, luego vi campeón muchas veces a Nacional, pero proporcionalmente dejaba de interesarme el lugar de hincha. Sobre todo por descubrir que dejaba ese estado de inocencia y comenzaba a observar el negocio manifiesto que es el fútbol. Entre tanto, digería sin saber, el mito de los enemigos que supone esta dualidad en la cual estamos inmersos.

Luego se perdió la ingenuidad y la inocencia en algún rincón de mi juventud y tomé prestado el canto desgarrador del Indio Solari para gritar con mucha poesía y elegancia toda mi rebeldía a esta sociedad. Pero llegué tarde, apenas comencé a escuchar Los Redondos, la dupla Beillinson – Solari se separó y Patricio Rey ya no volvió a ser de Ricota. Sí pude ver varios recitales del Indio en ciudades repartidas de Buenos Aires, y en Montevideo. Pero la magia ricotera, solo sería para mi accesible en el formato que quisiera: en libros, discos de algún vivo y ahora, en la web, donde se encuentra prácticamente todo.

En el plano político viví las derrotas de la izquierda uruguaya en una familia enteramente Frente Amplista, cuando todavía no podía ejercen mi derecho a votar. Entonces, sabía amarga la derrota, pero desde un plano impersonal, pues no participaba de las contiendas electorales. Pero continuaba grabando en lo profundo de mi inconsciente, el plano de los enemigos. Aquellos personajes de una derecha conservadora se transformaban en un identikit a vencer. Otra mayoría gobernaría representándonos a todos durante cinco años.. Y allí se abrió mi brecha, despertó mi conciencia.... (Continuará)

Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!