lunes, 30 de julio de 2012

Fuego

El fuego tiene como principal condición ser incorpóreo. Se levanta necesario, complaciente al que lo invite a arder. Es una maravilla que exista, que ondee. Es una bendición verlo encenderse, tomar fuerza, es una bendición y una sensación extraña preguntarse dónde estaba un momento antes que lo encendiera. Pero allí nace, se presenta y crece, toma volumen y calienta algo más que un sitio, templa el espíritu. 

Tengo relación con el fuego desde pequeño pero tomé conciencia de ello hace poco tiempo. Existe un vínculo cercano, de proximidad y más...íntimo. Todo lo que hacemos es recordad, tomar memoria, la nuestra, la de una humanidad entera que fuimos en otros tiempos. El fuego devuelve esa conexión, colabora, abre campos, inspira al viaje interno, conspira a favor de la inversión de los tiempos, los nuestros. No hay mucho que aprender en estos momentos, es tiempo de tomar de nosotros mismos lo que nos es propio, lo que ya sabemos, lo que es nos pertenece por naturaleza. Ya bajamos dimensión por dimensión todos los escalones posibles hasta fundirnos entre el fango y la niebla. Ya convertimos toda nuestra realidad espiritual en materia y ahora hay que hacer el camino de regreso, eso significa invertir el proceso, ascender. El fuego centra la atención en esa relación, la de la intimidad con cada uno. Ya todos somos viejos conocidos de antiguas aventuras, de recorridos estelares, terrenos, eternos. Nos vamos reconociendo unos con otros, unos a otros. 

El abuelo, el fuego...lame nuestras entrañas, sean estas de dolor, de sufrimiento o de alegría y de gozo. Las cura, las sana. Levanta sus lenguas con ternura y firmeza. Arde, lidera, conduce, guía, concentra. El fuego arrecia, anima, serena, quema, transmuta. El fuego acaricia el hogar y mis manos cuando las paso sobre el fuego. La experiencia de tocar el fuego es por lo menos sensitiva, porque es el primer plano que se manifiesta entre el espíritu y la materia.

Las llamas se llevan las penurias, agotan las tragedias y detrás aparece la calma. Crepita y nos habla, nos nombra y nos reconoce, celebra y festeja cada vez que se lo enciende desde lo más sagrado que carga nuestra intención. Antiguo compañero inseparable de las culturas originarias de cualquier latitud y meridiano. Despierta, ilumina, abraza sin condición. Por eso cada fuego es un milagro, no importa qué esté quemando, no interesa dónde brote. Se lleva los pedacitos de materia de los que perdieron el espíritu y el sentido. Transmuta los trozos de desperdicio alojados en cualquier rincón, donde se decide acumular la falta de juicio y de delicadeza. 

Es una magia que se presente el fuego en cualquier expresión de la vida. Es una magia que todos portemos una partecita de ese fuego en el interior. Es una fiesta que hayan tantos y tantas reclamando su lugar y su fuego, es una maravilla que todos estemos reclamando esa fracción de verdad que nos es inherente. Gracias por el fuego, por la verdad, por la sabiduría que el espíritu nos dio a cada uno. Así estamos, soplando las brasas para que se encienda el corazón. 



Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!

sábado, 28 de julio de 2012

Aire

Escribir por escribir, para iluminar, para buscar luz y aire, para respirar. Bucear en la tibieza y por qué no en la frialdad. Me quemé tantas veces que las temperaturas no me asustan ni me azotan, hacen vida y proponen formas distintas de un mismo movimiento.

Soy un delgado amigo de la primavera que me soltó al mundo y me dijo: Dale, lo prometiste, te toca. Y nací. El invierno me convierte en un viajero que hace las maletas y se traslada puertas adentro, en ese viaje de nunca acabar.

Navegar en el aire, soltar los pasos y las preocupaciones y andar, no hay un solo instante en que estemos incompletos. Es agradable ir sumando miradas y sonrisas, compartiendo esperanzas, sentir que hacés tu parte. El Universo cambia, se observa distinto. Hay aire entre el Universo y yo, si es que hubiera algo entre el Universo y yo. Pero donde me pare también es el Universo.

Aire, siempre aire, en bocanadas, en bostezos, en suspiros, en resoplos de queja, de cansancio, de agotamiento y de hartazgo. Aire, siempre aire, en inspiración, en ideas, en ocurrencias, en el apuro de escribirlas todas y no olvidar ni una. Aire contenido mientras las letras se ordenan palabras tras palabra. Aire apretado mientras los renglones se suceden, encierran un concepto que dispara otra figura, un vértigo y una velocidad necesaria, urgente, donde cada lector debe quedar atrapado un instante. Aire en exhalación que desprende calma cuando la música que llevan las palabras se logró captar y el espíritu quedó gentil, navegando en ellas, dándoles sentido. Aire disipado buscando la próxima estrofa que aparecerá solo cuando ella quiera, no cuando se le ocurra al antojo. Aire.

Aire tomado de golpe, de sorpresas, de bellezas. Aire entrecortado, nervioso, tenebroso aire. Aire congelado que ingreso a mi cuerpo en cada respiración, aire de la sangre que respiro entre las manos para entibiar el asunto y alistar el siguiente paso. Aire donde elevo un pensamiento, aire donde viaja ese pensar buscando quien lo reciba y lo convierta en otro aire distinto.

Aires grises, densos, de ciudades. Aires con arena y sal, de mares. Aires limpios, entre el verde. Aire que mueven las hojas, los árboles y otros aires más fuertes, que se juntaron con otros aires y lo mueven todo.

Hay aires ricos, repletos de perfume, de aromas suaves o penetrantes, haciendo maravillosa la atmósfera que se respira. Hay aires nauseabundos, cargados de tristeza, bañados de soledad, con olores fétidos, irrespirables.

Los aires también pueden ser personales y se suelen llamar alientos y cuando se juntan varios alientos suelen suceder los mejores movimientos, cargados de energías, rodeados de espíritu e inspiración.

Se agotó este momento, como se agotan los alientos. Seguro hay más aires que olvido, seguro cada cual tiene su propio aire y  sus propios alientos. El aire está calmo y me parece extraño. Hay ciertos aires de los cuales desconfío y otros que los quiero al lado mío. Esos aires los abrazo con estímulo aunque, como suele pasar con el aire, siempre se escapa.   



Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!



viernes, 27 de julio de 2012

Decime cuál, cuál, cuál es tu gracia

Es la tierra de los misterios, si tuviéramos que trasladar por transitiva, el espacio sideral en el plano terrestre. Es aquí donde se ubicaría el Gran Misterio o por lo menos su espíritu. Es también la tierra de los payasos o en lengua lakota: Heyokas. Es la tierra del eterno carnaval y la infinita bacanal. Es el territorio del aquelarre constante, donde nadie gobierna a ciencia cierta sino más bien lo hacen utilizando una intuición profundamente propia, con formación netamente universal, racional y europea.

Es el lugar donde las leyes no se hicieron para que se cumplan, sino para garantizar las ventajas de unas clases por sobre otras. Pero ni unas clases ni las otras las cumplen. Negocian por elevación millones de dineros los sectores más opulentos de la sociedad, pero blanquean una humilde porción, lavando sus caras y los billetes. Realizan transacciones que proporcionen ventajas mínimas las capas bajas de la población. Viven subterráneamente intentando sacar una tajada apenas visible, que los salve por un instante del bajo fondo más absoluto. Todos los países tiene su sombra y los límites que hay entre estos son heridas en sus relaciones.

América del Sur es el chakra tercer ojo del planeta y le pertenece la profecía de que de estas tierras nacerán las respuestas más hondas a las dolencias existenciales por las que atraviesa la humanidad. En el centro de esta América, extendida se dibuja una Gran Mujer Argentina en cuyo vientre madura luz. Es América toda la tierra de los misterios, la tierra de chamanes y chamanas haciendo hechizos y brujerías, abriendo portales y dimensiones, bebiendo la medicina y hablando con los espíritus del lugar. Es este Uruguay la tierra que espera por Argentina para activar su labor y su servicio. Mientras, permanecerá por aquí este espíritu anárquico donde las estructuras generan fugas de energías porque los que se esmeran en construirlas no se dan cuenta que aquí no funcionan. Es importante que todo el marco legal, el Estado y sus instituciones permanezcan endebles, pues es la única manera de que no sea tan difícil que fluyan de las entrañas nuevas maneras de convivencia, nuevas respuestas a dificultades antiguas y de siempre. Algo así como preparar el terreno para que circulen nuevas maneras de relacionamiento, ligadas a reconocer que todo lo que nos sostiene es amor y que la diferencia entre estar vivo y estar muerto, es que no hay espíritu en aquello que murió. 

Pero el mundo espiritual es muy vasto y de momento vivimos en la tierra de los payasos y los misterios. ¿Cuántos artistas caben en una baldosa? ¿Cuántos payasos entran en un metro cuadrado? Cabría hacerse esta clase de preguntas en países como los nuestros. Cuanto más mires por la ventana del ómnibus, del colectivo, cuanto más esquives el contacto con el otro que es el que repara, el que sana, la posibilidad más inmediata de vincularnos, de involucrarnos, más tipos vendrán con el primer instrumento a su alcance para recordarte lo que se siente sostener una mirada. 

Las baldosas montevideanas y bonaerenses -que son las que conozco-  están rotas en gran medida, debido -se me ocurre, absurdamente- a una creciente incorporación de duendes, hadas y gnomos aflorando a la superficie, con la estricta misión de remover las estructuras de la ignorancia, la pena, el hastío y la rutina. Son cientos y miles también y tienen como mandato apelar a cualquier método con tal de sacarnos de ese estado de infelicidad estricta que tenemos. Nos vienen a recordar que tenemos derecho a vestir colores, a mostrar nuestros dientes -si es una sonrisa, mejor- , a cantar para aliviar el alma y los pesares profundos y a bailar para que las energías estancadas por tanto tiempo fluyan por todo el cuerpo. Alguien me mostró que el contrario del amor no es el odio y que el odio es amor estancado, sin expresar y que en ese estado el amor se vuelve pernicioso para quien lo guarda en su interior. Mover la alegría por todo el esqueleto no es tarea sencilla para los mejores exponentes de la racionalidad a la europea, descendientes de sus excelencias italianas y españolas. Es mejor representar el modelo de ceño fruncido, talante intelectual y elucubrar las filosofías próximas a las cuales vamos a ajustar el mundo. 

El Heyoka, en la tradición lakota, era el payaso que tenía el permiso para burlarse de los protocolos y los gestos de la corte y los monarcas, un bufón. Aquí tenemos una tierra entera de estos personajes, una legión de bufones dispuestos a burlar los rigores inoportunos de la ley y el orden. Nos hace falta mucha más flexibilidad para sonreír, para la carcajada y el humor. Nos hace falta permitírnoslo. En esta sección del "nuevo uruguayo", las terapias que mejoran nuestras posturas y elevan el espíritu no se consiguen comprando televisores y sumando -como ensañados- horas y horas mirando el cable en su versión "nuevo siglo".

¿Cuántos artistas caben en una baldosa? ¿Cuántos payasos entran en un metro cuadrado? Y...los necesarios para que una sociedad deje de mirarse por televisión y comience a mirarse a los ojos...

*Chakra: punto energético -son siete los básicos- por los que circula la energía Kundalini en la columna vertebral. Ingresan tanto por el chakra corona, situado por encima de la cabeza, como por el chakra base, situado en los genitales. En la Tierra estos chakras se encuentran en Africa -chakra base-, en Oceanía -chakra sacro-, en Asia  -chakra plexo solar-, en Europa -chakra corazón-, en América del Norte -chakra laríngeo-, en América del Sur -chakra tercer ojo- y en la Antártida -chakra corona-.

Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera vivir¡!




jueves, 19 de julio de 2012

Un habitante en mi corazón

No recuerdo cuándo fue la primera vez que lo vi, solo sé que fue el mejor cómplice que tuve en todos estos años. Lo veía peculiar, ingenioso, inteligente, rápido para el dominio de la palabra. Siempre tumbado a la bartola, jamás lo vi trabajar, solo lo conocí disfrutando la vida, aunque los demás alrededor no afinaran su espíritu al mismo criterio. En esa dirección -creo- me parezco bastante a él, hemos sido incomprendidos. El ocio en esta era dura y cristiana es vista como un vicio, aunque antaño fue la virtud de los dioses. Los adultos de los cuales tomé educación observándolos, dignifican el trabajo hasta hoy, sin embargo yo como él fuimos (soy) aves de libre vuelo. Indomables. 

Hay diferencias sustanciales, uno de mis mejores sueños y realidades es compartir cada minuto de vida de mi pequeña hija. No pude participar de la cesárea cuando ella nació, los médicos no supieron integrarme, sino encantado. No hubo un antes y un después de aquel parto, no hubiese sabido cómo mirar a mi hija a los ojos si no persiguiera mis sueños desde siempre y hasta de vez en cuando los puedo atrapar. Mis pasos en veintiocho años han sido inalterables con respecto a las expectativas ajenas, jamás supe cumplir con el rigor ajeno. Creo que mi abuelo fue igual. Creo que cometió errores y creo que los redimió a tiempo. Fue compinche de mamá hasta el último chiste "negro" que se animó a contar en plena internación y en pleno pasaje entre la vida y la vida después. Creo que le sonrió a la muerte a su llegada, si este última fumara, doy fe que hubiese sacado un cigarro y lo hubieran fumado a medias. Este sujeto supo compartir y no desprenderse de lo que le sobraba. 

Custodió en sus últimos años un pasillo demasiado largo donde se alojaban apartamentos a sus costados. Ocupaba el sitio más próximo a la calle. Recorríamos aquel paisaje de principio a fin de vez en cuando, él encontraba mágico que de las instalaciones destruidas por doquier se abriera la vida en cualquier sitio, en cualquier rincón. Ahora que lo pienso, creo que me enseñó a amar el misterio eterno de la vida y a respetar esta tierra que desfila vida y destila amor de su vientre. Contaba también con la ética y la moral del guerrero, sin saber los pormenores de los acontecimientos se ponía de mi lado porque sí, porque yo lo necesitaba. 

Caminábamos hasta los alrededores del Edificio Libertad, el antiguo del Poder Ejecutivo y nos sentábamos a hacer infinitas las tardes bajo los árboles. Caminaba con ritmo cansino casi siempre, al paso de quienes aprendieron a reconocer el espíritu delante de sus pies. Al son de los que no tienen prisa porque nadie los espera.

Fue un extraño embrujo, insospechado, cuando lo encontré preocupado por su salud. Se mostró frágil por primera vez, me enseñó que también él contaba con debilidades, pero fue demasiado tarde, para mi ya era gigante.

No hay nostalgia entre que partiste de este mundo y renaciste con tu espíritu limpio de dolores y bien luminoso en otro espacio más sutil, liviano. Me quedaron como legados un afán inexpugnable por las letras y en ello también contribuyó mi madre y el cariño por el club de tres colores. Heredé la compañía de la radio, apenas separada de la oreja, apenas encendida, apenas sonora. Descubrí personas hablando devaneos cuando el mundo se iba a acostar y otros anticipando el amanecer en los mismos términos. Descubrí que la radio es magia y fantasía, como lo fue mi abuelo, por eso le pertenecía ese mundo.

Cuando lo recuerdo y también yo me conecto con mi fragilidad, hubiera deseado que leyera estas ideas y pensamientos, hubiese deseado que leyera también los trabajos de mi madre. Quisiera escuchar su voz exigiendo mejores, alentando estos años plenos de vida. Fue un tipo de una gran espiritualidad, a veces no hace falta mencionarla, solo se necesita recorrer las acciones de un sujeto para darles sentido. Para mi fue un tipo de honor, de códigos, de los criados a la vieja usanza, de los que les cuesta pararse cómodamente en este mundo que rueda. Eso explica su aislamiento. Para él como lo es para mi, no debiera aparecer en la misma frecuencia Arjona, los Redonditos o Gardel. No es lo mismo. Aunque hoy cabe cualquiera. Así se marchó este tipo, así partió. No fue un sujeto impecable, pero fue un abuelo enorme y eso fue maravilloso.

Sé más. Sé que vive en mi corazón y en mi memoria. Sé que custodió mis pasos hasta encontrar el círculo de la familia espiritual hasta poder compartir esa experiencia con mi familia de sangre. Me dejó en buenas manos y partió a reposar para su próxima aventura. Sé más, pero el tiempo me dirá cuando sea el momento de compartirlo.



Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!

sábado, 14 de julio de 2012

En el medio del miedo

Una humanidad infantil está creciendo junto a la Tierra. Una humanidad infantil está madurando lentamente a ras del piso. Un planeta y su tierra están próximos a parir otra humanidad. Las sociedades en conflicto demandan, reclaman, protestan, se juntan y se separan con volatilidad y sin pudor.

Los mejores representantes de las personalidades humanas elevan sus voces entre las mareas sociales sin luz ni claridad. Llevan sus conflictos como lastres, arrastrando consigo los ánimos de las multitudes hacia unas posturas u otras. Humos dentro de humos, ruidos entre los ruidos, bocinas y clarinetes desafinan entre los matutinos de ayer y los periódicos de mañana.

Que haya cambios, que se muevan las estructuras, que se modifiquen las costumbres que sostienen la convivencia. Que se renueven las tradiciones, los votos y los compromisos. Que incorporemos ideas novedosas, que se abran los oídos, que se estimule la comunicación, que se ejecuten nuevas herramientas. Que todo cambie, menos yo. No hay ejes claros, definidos. Sobran las ofertas y las demandas en este mercado de la personalidad. Nadie podría resistir un archivo. Nadie sostiene su devenir en el último round del tiempo de los atropellos con coherencia y sin incongruencias. Excepto yo. El paso del tiempo deja su estampa con groserías, algunas más burdas y otras un tanto moderadas, pero nadie escribe su propio transcurrir de forma impecable y sin tachaduras. Todos afilan los colmillos personales, se alistan en las filas de quien se para a la defensiva, todos muerden la mano más próxima y las banderas son retazos deshilachados sin integridad. Menos yo.

En este margen cada vez más estirado, los límites se han tensado más de lo imaginable. La presión sube a carcajadas y baja solo cuando la temperatura de la noche le pone paños fríos a los asuntos de dominio público. Quizás por eso este invierno ha venido congelado, porque es la única manera de resistir esta realidad que despierta absurda cada vez que los micrófonos comienzan a reproducir barbaridades. El resto blasfema, yo no.

Sin embargo hay faros discretos para las miradas que buscan mirar al vacío y encontrar allí, la sutileza y el espíritu como forma de hacer las cosas. Hay voces hablando bajito y silbando en el viento para los que quieran escuchar. Hay hombres creyendo, hay otros hombres sabiendo y otros hombres confiando sus sueños hacia otra dirección. Hay muchos fueguitos prendidos y hay aldeas distintas, unos alumbran certezas en el medio del caos y otras coexisten sin miedo entre tanta inseguridad. Hay ciertas mujeres y hombres levantando otro sueño, rezándole al fuego en silencio, esperando el despertar. Hay hombres y hay mujeres sosteniendo otra comunidad. Hay hombres y mujeres criando a los hijos pequeños de una nueva humanidad. Hay niños y niñas poblando esas aldeas, corriendo y jugando entre el verde y el cielo, mirando otros planos y el nuestro, levantando otra autoridad. 





Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!

domingo, 8 de julio de 2012

La revolución posible

Era pequeño y mis abuelos me hablaban de la “revolución imposible”, así se podría llamar este cuento. Apenas tenía conciencia, apenas comenzaba a ser protagonista de mi vida. En casa se hablaba de política permanentemente. Les había costado, tanto a la generación de mis abuelos como a la de mis padres, ver nacer en un país de intenso gris oscuro, una luz que pariera la democracia.

Por aquel entonces una victoria electoral de la izquierda uruguaya se encontraba aún lejana a la vez que deseada por una fracción cada vez más grande de la sociedad. Parecía ser que los sueños que ventilaban las veladas de los adultos y que llegaban a oídos de algún niño curioso, se encontraban verdaderamente inalcanzables. Como quien se anima a soñar pero no confía en su vuelo, como quien se quema con leche y ya no se anima a volar. Aquellos adultos tejían en un horizonte lejano sociedades de felicidad, una justicia infinita y paraísos de bienestar. Eso esbozaban sus ánimos aunque a la vez lo decretaran como  realidades imposibles. Crearon el sueño y también su limitación.

Para aquel pequeño siempre delgado que agudizaba su comprensión, eran cuentos maravillosos que siempre terminaban con la misma sentencia: “No lo voy a ver yo, no lo van a ver tus padres, ni vos ni tus hijos”. El sentimiento que me abrazaba era de dureza y desazón. ¿Por qué aquellos sueños no los veríamos ninguno de nosotros, no lo merecíamos tal vez? ¿Qué fuerza tan cruel gobernaba aquel universo donde nos había tocado vivir?

Al tiempo la comprensión fue mayor, esos mayores convivieron con el terror, con libertades inexistentes, con la expresión limitada, censurada. Al tiempo la comprensión fue mayor, la izquierda era gobierno, la izquierda era progresista. El progresismo de los suburbios del sur no quería quedar afuera del reparto de los recursos mundiales, acomodaría su cuerpo porque ya había perdido suficiente con los sueños. Aquellas generaciones que sentenciaron sus utopías como impracticables están grandes y ocupan lugares de poder.

La política es la conciencia de una época donde la humanidad cambiaba social y fragmentadamente. El paradigma de los buenos y los malos, del mundo de los enemigos, del materialismo, del ateísmo. Si no pudieron confiar en otros hombres como ellos, mucho menos podrían confiar en Dios. Hoy el estado de conciencia expresa otro marco de referencia, la espiritualidad. Si hasta la ciencia busca la partícula divina es el reflejo de una realidad que acepta la existencia del espíritu en todo y  todos. Se acerca. ¿Qué busca la ciencia cuando busca la partícula de Dios? El espíritu. Su espíritu.

Hoy nuevas generaciones desafían a las viejas. Hoy la búsqueda se corre hacia el interior. Hoy el estado de conciencia es otro y el paradigma holístico resignifica al  hombre dentro del ecosistema. Se diferencia y se distancia de la relación endémica del sistema en el cual se comprenden los hombres, sus leyes y los recursos de una sociedad para su subsistencia.

Cada uno de nosotros llegará hasta donde su corazón pulse. Hasta donde su revolución sea posible. No me extraña que aquellas generaciones no puedan dar el paso siguiente. Quizás siquiera sea necesario. Como sea estará bien. Esta nueva era que se abre delante invierte el propósito. Implica un riesgo más. Una nueva aventura, ancestral. Creer para ver. Confiar para ver. Decretar para ser co-creador  con el Universo del sueño que llevamos dentro. Cuando los abuelos dejaron de soñar empezó nuestra responsabilidad. En ese vacío está todo por hacer.

Es un punto de inflexión, quizás uno de los más importantes en milenios. Es un lugar que permite volver a hablar de Dios, de amor y de anarquía sin contradicciones. Seremos –cada uno de nosotros- la autoridad de nuestra propia vida, el líder de nuestras propias empresas.  No podrá ser de otro modo porque cada uno estará ocupado sosteniendo difíciles timones de barcos que procurarán acomodarse a las mareas altas de la Era de Acuario y su ingreso. Si es que ya no nos identificamos con esa realidad…
Será imposible ir a socorrer urgencias ajenas, porque cada uno estará surfeando sus propias olas. Es la manera que el espíritu tiene para volvernos la mirada hacia adentro y que ocupemos el lugar del círculo que nos es propio.

Hay que hacerse cargo de karmas[1] antiguos e inmediatos y en esas actitudes, en la manera de responder a esas deudas con nosotros y los demás, estamos decidiendo si habrá un lugar para nosotros bajo el nuevo sol.

Desde aquí, desde el rincón que escribo, sé que otra manera de vivir es real porque la ensayo y en ella trazo estas líneas.




[1] Karma: perteneciente a la ley de las compensaciones del Universo. Sistema por el cual cada acción tomada tiene un efecto de acuerdo a la intención que llevara la primera.



Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!




lunes, 2 de julio de 2012

La mejor profecía

Las tormentas son embrujos, hechizan. Te veo rezarle a la tempestad más profunda, cantarle a los seres del trueno, a la nación de las nubes. Quizás hayas encarnado en la Tierra a través de un rayo. Quizás siendo espíritu tengas afición por andar bailando de centella en centella. No lo sé, no lo recuerdo. Proviene de la constelación de todas las estrellas y en su cuero está el sello del agua de toda la galaxia. Agua de arrecifes, frontal, helada, directa como el trueno y las lluvias. Pero los espíritus no sienten frío ni calor, andan sin forma por la Vía Láctea, por todo el poliverso. Es fascinante mirar el cielo, si es de noche provoca aún más. Extraño esa casa, ese hogar.

Lavas los ojos con la mirada de la estrella más reluciente. Hay lágrimas que no necesariamente son dulces…veo que caminas hacia el oeste, hacia la dirección de todos los muertos, de todos los abuelos, donde mora la sabiduría, donde se juntan todas las verdades. Enciende ese espíritu el fuego con dos leños, uno se posa en la tierra y el otro sobre el primero, honrando al cielo. Forma una punta de lanza con ambos, forma una flecha que apunta al Gran Misterio. Unidos en un extremo los troncos se consumen, luego el cuerpo de ambos se hace largo hacia atrás. Toma asiento entre los riscos, arma un tabaco añejo, húmedo y le reza al  viejo misterio. Se dirige hacia el este, a la humildad, agradece la vida. Mira hacia el sur pidiendo integridad para el camino de todos, para poder sostenerse en lo que se avecina. En el norte lo espera la voluntad, lo que viene es tan duro como bello. Su mirada baja la cabeza cuando su cuerpo se encuentra girando otra vez al oeste. Toma la sonaja de entre los pocos objetos sagrados que presentó en el improvisado altar a sus pies. La sacude como golpeando el aire, la sonaja castañea adentro. Los ancestros de toda la nación danzan en el interior del instrumento. Coloca su voz al cuello y llama con el canto a la memoria para que guíe los pasos que habrá de caminar puertas adentro, en meditación profunda. Las nubes comienzan a amontonarse en el cielo, las estrellas se pierden y un aroma de tormenta se arremolina por todos lados, gira en el lugar. El cielo se embellece, se hace plomo. Cae el primer estruendo, responde al primer rezo. La lluvia pasa de izquierda a derecha, de suave a recia, escribe su tempestad, pone luz en medio de la oscuridad. La lluvia avisa con el Padre Trueno, luego viste su mejor traje de luz y se hace rayo.

Hombre de las estrellas, hijo del rayo. Aquí en la Tierra también te sientes hijo, te sientes fuerte de corazón. Toda tu autoridad se hace humilde y se une a la naturaleza, le cantan a la lluvia entre los duendes, hadas, gnomos y elohims.  El fulgor se dibuja de azul metal al horizonte y el humo lleva los rezos al orden del creador. Todos los seres marchan hacia la morada del nuevo amanecer, pero el sol no sale esta vez. Enderezas tu espalda, miras hacia atrás y reconoces la familia llegando de todas las direcciones. Todos se sientan alrededor del fuego y piden que el abuelo sostenga su llama en los días de oscuridad. Lentamente se pierde la noción del tiempo, solo queda el criterio del corazón alumbrando el camino hacia adentro.

La Tierra comienza su purga, su ascensión. Nada de lo que es volverá a ser igual. Sostenerse en el temblor, confiar en la oscuridad, ser firme en la intención. Llegó el momento, el mismo que nos quita el sueño desde que nacimos. Bajamos en un haz de luz para anclar la fe en este tránsito. Recordamos nuestro compromiso de estar aquí en este ahora. El tercer ojo corre la piel del entrecejo, nos muestra quiénes parten a comenzar de nuevo en otro lugar. La despedida es un momento, es cerrar los ojos y ver con amor. Es una belleza la danza de la rueda de la vida. Lo que viene lo intuimos a la vez que lo sabemos. Todo valió la pena… ¡es una alegría retornar!







Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!