sábado, 14 de julio de 2012

En el medio del miedo

Una humanidad infantil está creciendo junto a la Tierra. Una humanidad infantil está madurando lentamente a ras del piso. Un planeta y su tierra están próximos a parir otra humanidad. Las sociedades en conflicto demandan, reclaman, protestan, se juntan y se separan con volatilidad y sin pudor.

Los mejores representantes de las personalidades humanas elevan sus voces entre las mareas sociales sin luz ni claridad. Llevan sus conflictos como lastres, arrastrando consigo los ánimos de las multitudes hacia unas posturas u otras. Humos dentro de humos, ruidos entre los ruidos, bocinas y clarinetes desafinan entre los matutinos de ayer y los periódicos de mañana.

Que haya cambios, que se muevan las estructuras, que se modifiquen las costumbres que sostienen la convivencia. Que se renueven las tradiciones, los votos y los compromisos. Que incorporemos ideas novedosas, que se abran los oídos, que se estimule la comunicación, que se ejecuten nuevas herramientas. Que todo cambie, menos yo. No hay ejes claros, definidos. Sobran las ofertas y las demandas en este mercado de la personalidad. Nadie podría resistir un archivo. Nadie sostiene su devenir en el último round del tiempo de los atropellos con coherencia y sin incongruencias. Excepto yo. El paso del tiempo deja su estampa con groserías, algunas más burdas y otras un tanto moderadas, pero nadie escribe su propio transcurrir de forma impecable y sin tachaduras. Todos afilan los colmillos personales, se alistan en las filas de quien se para a la defensiva, todos muerden la mano más próxima y las banderas son retazos deshilachados sin integridad. Menos yo.

En este margen cada vez más estirado, los límites se han tensado más de lo imaginable. La presión sube a carcajadas y baja solo cuando la temperatura de la noche le pone paños fríos a los asuntos de dominio público. Quizás por eso este invierno ha venido congelado, porque es la única manera de resistir esta realidad que despierta absurda cada vez que los micrófonos comienzan a reproducir barbaridades. El resto blasfema, yo no.

Sin embargo hay faros discretos para las miradas que buscan mirar al vacío y encontrar allí, la sutileza y el espíritu como forma de hacer las cosas. Hay voces hablando bajito y silbando en el viento para los que quieran escuchar. Hay hombres creyendo, hay otros hombres sabiendo y otros hombres confiando sus sueños hacia otra dirección. Hay muchos fueguitos prendidos y hay aldeas distintas, unos alumbran certezas en el medio del caos y otras coexisten sin miedo entre tanta inseguridad. Hay ciertas mujeres y hombres levantando otro sueño, rezándole al fuego en silencio, esperando el despertar. Hay hombres y hay mujeres sosteniendo otra comunidad. Hay hombres y mujeres criando a los hijos pequeños de una nueva humanidad. Hay niños y niñas poblando esas aldeas, corriendo y jugando entre el verde y el cielo, mirando otros planos y el nuestro, levantando otra autoridad. 





Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!

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