Por aquel entonces una victoria electoral de la izquierda
uruguaya se encontraba aún lejana a la vez que deseada por una fracción cada
vez más grande de la sociedad. Parecía ser que los sueños que ventilaban las
veladas de los adultos y que llegaban a oídos de algún niño curioso, se
encontraban verdaderamente inalcanzables. Como quien se anima a soñar pero no
confía en su vuelo, como quien se quema con leche y ya no se anima a volar.
Aquellos adultos tejían en un horizonte lejano sociedades de felicidad, una justicia
infinita y paraísos de bienestar. Eso esbozaban sus ánimos aunque a la vez lo
decretaran como realidades imposibles.
Crearon el sueño y también su limitación.
Para aquel pequeño siempre delgado que agudizaba su
comprensión, eran cuentos maravillosos que siempre terminaban con la misma
sentencia: “No lo voy a ver yo, no lo van a ver tus padres, ni vos ni tus
hijos”. El sentimiento que me abrazaba era de dureza y desazón. ¿Por qué
aquellos sueños no los veríamos ninguno de nosotros, no lo merecíamos tal vez? ¿Qué
fuerza tan cruel gobernaba aquel universo donde nos había tocado vivir?
Al tiempo la comprensión fue mayor, esos mayores convivieron
con el terror, con libertades inexistentes, con la expresión limitada, censurada.
Al tiempo la comprensión fue mayor, la izquierda era gobierno, la izquierda era
progresista. El progresismo de los suburbios del sur no quería quedar afuera
del reparto de los recursos mundiales, acomodaría su cuerpo porque ya había
perdido suficiente con los sueños. Aquellas generaciones que sentenciaron sus
utopías como impracticables están grandes y ocupan lugares de poder.
La política es la conciencia de una época donde la humanidad
cambiaba social y fragmentadamente. El paradigma de los buenos y los malos, del
mundo de los enemigos, del materialismo, del ateísmo. Si no pudieron confiar en
otros hombres como ellos, mucho menos podrían confiar en Dios. Hoy el estado de
conciencia expresa otro marco de referencia, la espiritualidad. Si hasta la
ciencia busca la partícula divina es el reflejo de una realidad que acepta la
existencia del espíritu en todo y todos.
Se acerca. ¿Qué busca la ciencia cuando busca la partícula de Dios? El
espíritu. Su espíritu.
Hoy nuevas generaciones desafían a las viejas. Hoy la
búsqueda se corre hacia el interior. Hoy el estado de conciencia es otro y el
paradigma holístico resignifica al
hombre dentro del ecosistema. Se diferencia y se distancia de la
relación endémica del sistema en el cual se comprenden los hombres, sus leyes y
los recursos de una sociedad para su subsistencia.
Cada uno de nosotros llegará hasta donde su corazón pulse.
Hasta donde su revolución sea posible. No me extraña que aquellas generaciones
no puedan dar el paso siguiente. Quizás siquiera sea necesario. Como sea estará
bien. Esta nueva era que se abre delante invierte el propósito. Implica un
riesgo más. Una nueva aventura, ancestral. Creer para ver. Confiar para ver.
Decretar para ser co-creador con el
Universo del sueño que llevamos dentro. Cuando los abuelos dejaron de soñar
empezó nuestra responsabilidad. En ese vacío está todo por hacer.
Es un punto de inflexión, quizás uno de los más importantes
en milenios. Es un lugar que permite volver a hablar de Dios, de amor y de
anarquía sin contradicciones. Seremos –cada uno de nosotros- la autoridad de
nuestra propia vida, el líder de nuestras propias empresas. No podrá ser de otro modo porque cada uno
estará ocupado sosteniendo difíciles timones de barcos que procurarán
acomodarse a las mareas altas de la
Era de Acuario y su ingreso. Si es que ya no nos
identificamos con esa realidad…
Será imposible ir a socorrer urgencias ajenas, porque cada
uno estará surfeando sus propias
olas. Es la manera que el espíritu tiene para volvernos la mirada hacia adentro
y que ocupemos el lugar del círculo que nos es propio.
Hay que hacerse cargo de karmas[1]
antiguos e inmediatos y en esas actitudes, en la manera de responder a esas
deudas con nosotros y los demás, estamos decidiendo si habrá un lugar para
nosotros bajo el nuevo sol.
Desde aquí, desde el rincón que escribo, sé que otra manera
de vivir es real porque la ensayo y en ella trazo estas líneas.
[1] Karma: perteneciente a la
ley de las compensaciones del Universo. Sistema por el cual cada acción tomada
tiene un efecto de acuerdo a la intención que llevara la primera.
Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!
Es muy interesante....me gustaria me contactaras, Camilo...
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