lunes, 25 de junio de 2012

La relación con la soledad

Escribo para catapultar ideas desde mi conciencia hacia la de cualquier otro ser. La intención mayúscula es despertarnos a los mimos y no a los golpes. La inmensa mayoría de los sitios donde asomo mi nariz resultan un poco aburridos. Las conversaciones humanas me resultan por momentos tediosas si el eje es el tener y no el ser. Soy un eterno investigador de la esencia espiritual.

Me llevo muy bien con la tecnología y esta me sirve como motor de dichas investigaciones –constantes- donde saciar vacíos que ya los grandes multimedios no pueden alimentar.  También aplaca la ansiedad de los eventos futuros, me ayuda a prepararme mentalmente para lo que viene. Así escribo, sopesando lo que leo y observo, entendiendo mentalmente y también con otras dimensiones del ser. Pero sobre todo, preguntándole al corazón si es cierto.

Hablando sobre espiritualidad, los formatos en los que llega la información son vastos. Internet es la herramienta privilegiada y también una maraña increíble de datos que aclaran a la vez que confunden las profecías últimas cual informes meteorológicos imperfectos de lo que vendrá, a la vez que se mezclan con las recetas para sobrevivir a los inminentes cataclismos que no acaban nunca por desatarse. La espiritualidad y la autoayuda pululan juntas, pero aunque estén unidas en el mismo renglón, para quien escribe no funcionan como sinónimos y las separa un abismo que voy a intentar descifrar. Aclarando que al primero que le es de utilidad el ejercicio es a quien suscribe. Así es que de forma indiscriminada, ambas se mezclan y se confunden en cualquier escaparate de librería o en la biblioteca virtual de youtube, entre otros espacios.

Los formatos digitales son los que consumo a nivel personal. El costo del mismo es igual al de un libro en novedad del mes, pero el recurso de la web es ilimitado. En las economías familiares sesgadas hay quienes priorizamos el acceso a la red global antes que a la cultura en cuenta gotas. El consumo masivo de índole new age a través del monitor trae aparejado como primer inconveniente quedar postrados frente a la pantalla. El segundo desorden es asumir que la lectura o el vídeo que enseña a vivir lo incorporaremos instantáneamente y ya seremos, a la vuelta de la próxima búsqueda de  Google, ilesos supervivientes, hermanos de luz arañando la iluminación.

La autoayuda viene en distintos soportes: un libro, posteada en cualquier red de turno y una larga fila de etcéteras. No provee experiencias, sólo son placebos que quien la reciba la instrumentará con el mismo patrón con que resuelve el estado de sus conflictos. La autoayuda será el hambre de la mañana siguiente. No es recurso. Sostiene el mismo lugar de soledad con quien batallar cuando hayas olvidado esa frase estupenda.

Aprendí hace años que tenemos un cuartito privado donde escondemos el corazón, poniéndolo a salvo de lo que más necesitamos. Lo colocamos a salvo de la relación con el afuera, ese afuera que nos hizo la herida original en cualquier tiempo de todas las realidades que coexisten. Estar allí dentro nos inmoviliza, creer que desde el ciberespacio podemos amarnos los unos a los otros es la trampa más grande que he encontrado últimamente. De repente ingresa alguien al mundo ingrávido del espíritu e interactúa de una forma agresiva…¡y zas! Desestabiliza nuestra luz, nuestra espiritualidad y todas las frases hechas y/o repetitivas que por allí pululan. En cualquier lugar se puede colar algún cuco malo que nos recuerde todo el dolor que portamos en nuestro cuartito interior. El rechazo es rechazo sin importar de qué modo se ejecute, ni la hora ni el lugar de su accionar.

Los sitios de esta era donde se agrupa gente abundan. Los nombres son ficticios y la personalidad se presenta con el gesto –si cabe el término- más amable posible. Lo cierto es que todos los sitios de dominio público funcionan muchas veces como amplificación o extensión del cuartito privado de cada uno. Es imposible en ellos establecer honestos vínculos y menos aún profundizar en esa relación. Es imposible sin quedar al margen temporalmente de la realidad. Exaltar el amor no provee la experiencia de amar aunque el discurso quiera pasarle por encima a algunas leyes universales. Amar sin conocer sitúa esa relación en un grado de vulnerabilidad importante y el discurso en que viaja ese estado de amor es de una fragilidad meridiana, se emplee de un modo u otro. El verdadero propósito de participar en las redes sociales no puede albergar grandes expectativas de establecer lazos y fortalecer vínculos. Más bien se emplea como forma de comunicación en tiempo real y a distancias siderales a la vez que intercambiar información y datos de interés.

Las relaciones humanas implican riesgo, entregarse nos sitúa en una situación de exposición, abrirse a la experiencia del amor tarde o temprano dejará a la vista la herida que más tememos mostrar.

Desde hace unos años me interesa recuperar los sitios sagrados, aquellos lugares que me vinculen honestamente con semejantes que porten la mayor diversidad posible. Los lugares son sagrados cuando quienes los ocupan se implican con compromiso y también con alegría. La implicancia precisa de la presencia por entero, de todos los gestos que somos, los que abrigan el cariño y los que son un despojo de nuestra peor versión. Si los sitios son sagrados, reales, abrazarán ambas caras: la adusta y la compasiva. Por tanto recuperarlos es un trabajo que se formula y viaja en dos direcciones: la interior y la que se espeja fuera del nivel personal. Los espacios circulares funcionan de esa manera, multiplicando fuerzas y energías, revalorizando y respetando el lugar personal que hace al colectivo. Estos son los sitios donde mi corazón se siente a gusto. En el círculo es donde callo mis palabras, donde quedan hablando solos mis pensamientos perturbados frente al fuego. En el círculo es donde se silencian mis discursos y sale a la luz el niño frágil que fui. En el círculo es donde la fuerza me acompaña y el adulto que soy toma la palabra, su autoridad y la firmeza del corazón. Pero siempre mis gestos son diferentes, no necesariamente inestables. Diferentes. En el círculo nos conocemos sinceramente y nos queremos más o menos pero de verdad. En el círculo todos somos medicina y esa es nuestra condición espiritual. Allí, la autoayuda no tiene mayor sentido porque las experiencias que nos nuclean ya traspasaron la dimensión del miedo al vínculo. En el círculo existe la premisa de pedir ayuda cuando esta se precisa, porque el corazón no se cura en soledad y solo se sana en relación.





Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!



jueves, 21 de junio de 2012

La memoria o la miopía existencial

Nos escapamos de lo que más necesitamos. Ya no sé cuántas veces escuché eso. Moneda corriente en el barrio de la espiritualidad. También yo me escapo...  Me escapó de las ceremonias de medicina por una mala experiencia que fue una bendición mirada a la distancia. Me escapo del consejo de los Hombres Medicina cuando lo necesito y no voy por sus casas, porque mi corazón quiere y mi cabeza sale corriendo. Cuánta medicina para todos, nos hemos convertido en profesionales del escapismo.
En estos días se ha cerrado un ciclo personal en la antesala del día de abuelo, el día que Artigas nació hace muchos, muchos años atrás. También el día en que las naciones originarias del Sur, en especial la Nación Charrúa y la Nación Guaraní, celebraban el nuevo año sobre la base del calendario Lunar.

Se nota la existencia de fuerzas que purgan por despedir viejos dogmas y en eso está la política liberando la marihuana, integrándola. Por concepción, abandono al Estado en cualquiera de sus dimensiones, le suelto la mano.

Conviven en esta tierra la costumbre y la tradición, el viejo estadismo uruguayo, sus grises tristes, llorones y apesadumbrados. Conviven en esta tierra el nuevo uruguayo en color y HD, los partidos políticos tradicionales –blanco, colorado y en una especie de “F5”, se actualiza en estas filas el Frente Amplio- y el país de las vacas repuestas. Conviven la mentira de un país inventado, la laicidad y el ateísmo de escuela racional. Conviven un país de raíces extirpadas en las postrimerías de Salsipuedes y el Estado de modales franceses e ideologías prestadas.  Conviven la falta de memoria y la omisión oficial a los crímenes contra la Nación Charrúa. Todo esto y mucho más, mañana cuando canta el gallo, no va a salir en la tapa de “El País”.

Está naciendo la memoria también en esta tierra de raras convivencias, estamos recordando lentamente. Es posible que la memoria no emerja desde los planos más conscientes de la sociedad. Pero que se hable, que se discuta, que se nombre a la ayahuasca, que se quiera legalizar la marihuana -Santa María para los caminos nativos- es todo un éxito. Muchos hombres y mujeres de esta tierra vienen rezando por vivir en la verdad, la simplicidad y el amor  y el rezo devuelve sus frutos.

Es cierto, hay mucha falta de respeto, pero reconocer que existen otras formas es un paso. Hay muchas personas honrando las medicinas de la tierra, de esta y de otras latitudes. Hay mucha gente honrado la memoria de los ancestros que vivieron en estos sitios antes que nuestros abuelos españolitos e italianos lo tomaran a prepo y de malos modales.

Es bueno dejar de correr y escaparle a aquello que necesitamos. Quizás sería bueno dejar de darle la espalda a quienes habitaron este suelo. El triunfo del librepensamiento europeo –como dice Gonzalo Abella- no sólo impidió comprender nuestras raíces, impidió advertirlas. El Estado reconoce en este junio de 2012 que existe una relación entre el ciudadano y determinadas sustancias, hay experiencias que nos desvisten, al costado de la racionalidad.

Advirtamos entonces que hay unas cuantas cosmovisiones que se ordenan en absoluta armonía con la naturaleza y que ya no hay que rastrearlas a 300 años de distancias, están acá, al regreso del zapping televisivo, a pocos kilómetros de los vicios urbanos, de las miserias del libre mercado. Es bueno lavar la mirada de vez en cuando, es bueno advertir que vivimos, a veces, en un estado de miopía existencial.  


Camilo Pérez Olivera 
Ensayando otra manera de vivir¡!

martes, 19 de junio de 2012

Malas ideas. Poesía para naufragar

Hay unos dioses jugando a ser hombres, hay unos hombres parados en la montaña más alta del mundo destilando terror. Hay gente escupiendo miserias en la cara de Dios. Hay vientos azotando las trampas y un samurai viviendo bajo un código de honor. Hay maderas destempladas y un instrumento de decoración.

El acero fundido se quema en las entrañas del Sol. La última estrella se enciende en el penúltimo cielo de tu habitación. Está el diablo nervioso comiendo sus últimas uñas y no le crees. Hay malvados soplando tus miedos, inventándose intrigas para la tv. Hay registros de los últimos daños del próximo huracán. Ver como lobos se deslumbran con el canto del mar. Perros lobos, perros fieros echados a la orilla de la tempestad. Volcanes limpiándolo todo y el cordero cambiando de piel. La jauría de todas las promesas ladrando a tus pies.

Ser demonio o ser Lucifer. Ser gigante en las nubes y volver a nacer. Hay miradas quemando pestañas y el amor de verdad venciendo los miedos en cualquier lugar. Hay malas ideas y feroces compañías que no deberías albergar. Aceptarlas, prender un incendio y dejarlas rodar. Las quimeras fueron hechas para hacernos temblar, pero el fuego fue creado para hacer el amor.

A la luna de luz de mañana te sorprendí durmiendo y soñándolo a Dios, que se hacía inmenso y reinaba en la Tierra apagando el temor. Vas a  asistir al teatro de nuevo, vas a ver las centellas bailar. Ven a la última escena y las dudas vas a disipar. Vas a ver desteñirse las sombras y sembrar las estrellas en el cielo de tu corazón.

Camilo Pérez  Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!


jueves, 14 de junio de 2012

Entre el cristal y los abrazos

Niño que atravesaste el océano cósmico envuelto en un haz de luz. Niño que naciste con la conciencia despierta. Niño que tempranamente se sintió especial entre los únicos e irrepetibles. Niño que lleva en su esencia la voz del corazón y en su alma la memoria de cientos de existencias. Niño de arrugas ancestrales y antiguas, de sabiduría originaria y confianza universal. Niño con pies extensos caminando la anchura de la Tierra otra vez.

Espíritu dentro de un niño, de las filas y la legión de los Guerreros del Arco Iris. Niño de la generación del cristal: sensible, vibrante y guerrero y otra vez niño. Niños índigo, niños de la nueva vibración. Niños como oleadas o solamente niños. Niños de la esencia más pura, niños mezclados entre dolores y amarguras, adoptando la ironía y el cinismo como escudo o armadura. Niños eternos, viajeros del misterio.

Jóvenes descreídos, trazando el límite de la desesperanza, perdiendo candidez. Adultos de un camino turbulento, de un progresismo eterno y prometedor. Adultos desconfiados de los horizontes inalcanzables. Adultos de ojos lavados, recuperando la conciencia de la luz. Adultos jóvenes desafiando al sistema, volviendo a planear. Adultos atravesando la tempestad, tendiendo los brazos para ver en la oscuridad, estirando la mano a aquel niño que fueron. Recuperándolo. Sanándolo.

Niños antiguos, pobladores de Lemuria y Atlántida, viejos ciudadanos de otros tiempos y civilizaciones humanas. Viejos creadores de continentes extravíados y sumergidos. Niños en cuerpos grandes, esencias puras anclando luz en la confusión. Niños haciendo círculos, jugando en ronda, manos abiertas y entrelazadas, manos tomadas cerrando otro ciclo de la creación. Niños, jóvenes, adultos y ancianos, seres de luz despertando en la Tierra, naciendo en el albor de un nuevo sol. Niño que lleva dibujado en sus ojos el universo y el mundo en sus manos.
Niño, no hay nada más que podamos perder si nos han robado todo menos las ganas de hacer un mundo nuevo, entero, para llenarlo de juegos. Tengo el compromiso y la alegría de mirar tus ojos para confirmarte en el mundo y el deber de darte tu espacio y tu lugar.


Camilo Pérez Olivera. 
Ensayando otra manera de vivir¡!




domingo, 10 de junio de 2012

La primavera invernal y los días de oscuridad

La web es un océano de información, los medios de comunicación, supongo también. En estos momentos, repito, solo cuento con la grata compañía de No toquen nada, ya sentimos la necesidad de embalar el televisor. Como haciendo lugar para que ingresen nuevas energías y quede de lo material apenas algo más que lo indispensable. Como aprontando una mudanza extraña, en el mismo sitio y a la vez distante. Apenas lejana. En ese programa de radio, donde antes pintaba la racionalidad estructurada, vestida de seriedad y profesionalismo impecable, aquel conductor y su acompañante -Joel Rosenberg y Ricardo Leiva- salen del closet deslizando severas opiniones. Todas las Escuelas del Misterio -ahora se me viene a la cabeza el Cuarto Camino- hacen especial énfasis en trabajar la conciencia a través de la atención. Esa atención no tiene nada que ver con la palabra en su acepción más lisa y llana, como casi todo lo que se habla y hoy cobra otra dimensión. Eso ayuda a levantar las antenas de la percepción bien altas. Cuando por una necesidad de recuperar horas de sueño, apenas escucho las noticias de la mañana, mi compañera estuvo en el lugar justo, anclando la atención para los dos. Entonces llega la tarde y ella vuelca sus comentarios, sus sensaciones y yo las mías. 

Se hablaba del frío; polar, glacial. Es casi un fetiche del "Macro", como le suelta siempre Darwin Desbocatti al querido Joel. ¡Es que hace mucho frío! ¡Mucho! Resulta que "el Sueco" -Ricardo- le tiró a su compañero, palabras más, palabras menos: "Esto no es nada. Esto es una primavera en comparación con lo que se viene". ¿Primavera, Sueco? Te pregunto. No sé si alguien habrá registrado ese comentario al barrer, pero, o este muchacho está muy conectado o están contando con informaciones que en definitiva, no están en condiciones de promover. 

Así como las películas de cine "Catástrofe", los otros derivados del arte, exponen en sus trabajos y obras, aquella conexión que todos tenemos con el mundo espiritual. La espiritualidad bien entendida, a mi sano juicio, es la que hoy ofrece un panorama que se disloca de las estructuras comunicativas ordinarias. En esa conexión, quienes hacemos arte de una forma u otra, "bajamos" datos que nos habilitan desde ese lado más sutil. El cine, por ejemplo, es una advertencia -una más- de las posibilidades por venir. Entre la acentuación de los sucesos que hoy se corean y se conectan perfectamente con los canales a los cuales hoy todos tenemos acceso y la atenuación de los acontecimientos por el trabajo de miles de seres en conciencia, me parece que se está dibujando esta realidad. Hace mucho escuché que un mínimo de personas trabajando en la dimensión conciente, modifican las cosas que en este momento nos suceden o nos invaden. El número necesario son unas 80 mil, y se estima que ya somos -humildemente, pero permítanmelo- unas 140 mil e in crescendo. Se me van los títulos del cine en cuestión, solo recuerdo ahora "El día de la Independencia" y"2012". Esta última, no la vi. Creo, por no decir estoy convencido, que aquel film estadounidense, manifiesta el ocultamiento de tantas y tantas cosas a las cuales los gobiernos tienen acceso, saben y han decidido simplemente callar. El argumento es siempre el mismo, evitar los estados de caos. 

La desclasificación de archivos no es únicamente un axioma de wikileaks, la desclasificación de archivos, informaciones y otros conocimientos se están produciendo en todas las esferas. Brotan por doquier. Brotan de la tierra las manifestaciones más agudas, vienen a cerrar historias, a reparar -si cabe el término para algunos casos recientes- historias. Se abren puertas por todos lados. En modo alguno me animaría a adivinar si esto es una política de las grandes administraciones gubernamentales a conciencia e intentando avisar de a poco o si es de verdad que se filtran por error. Creo que si algo caracteriza a la administración de estos archivos, es el rigor para guardar la verdad. Así que me inclino a pensar que es ex profeso y en cuenta gotas, aunque la canilla está ajustando su presión, haciéndola corriente. 

Otro dato de la realidad. Un tipo en un banco pidió autorización para acceder a un préstamo por unos $30.000 a un interés gigante, de un poco menos del doble. De regalo un televisor LCD -no sé si es exacta la tecnología, poco importa- con DVD incorporado. El oficial de cuentas comenta que al retirarse con la efectivización del dinero, el feliz cliente lanzó: "Total, esto se va al carajo. Así que se lo van a cobrar a..." 

También de esto quiero hablar. No es la primera vez que escucho algo al barrer semejante. En verdad a esta altura resulta moneda corriente. Lo he escrito en notas anteriores, lo escucho a Darwin día por medio tirando dardos similares. ¿Cuánto falta? ¿Cuánto queda de esta mentira? ¿Cuánto hasta que los sistemas queden inoperantes demostrando su fragilidad verdadera? El hombre a llevado su omnipotencia y la llevará hasta el límite de sus días. "Una explosión natural hará una gran selección", cantaba hace unos años Gustavo Cordera a bordo de Bersuit Vergarabat. Las explosiones nos rodean, parpadea el mismo Universo. Es una colisión sistemática que nos hace saltar de nube en nube buscando no pisar en falso, escapar del borde, amagarle al precipicio. Calores dragones -para el Norte-, dragones fríos -para el Sur-, al decir del Indio hace tres décadas, hoy lo parafraseo. El cosmos nos invita, quema sus mejores naves y usa sus mejores fuegos de artificio, pero para disfrutar de esta "noche de las luces", se requiere oscuridad, se precisa que la noche se vista más nocturna que nunca. Quizás el frío cale hondo, quizás... quizás la noche se haga extensa, quizás. Pero quizás sea la impostergable oportunidad de reunirnos sin excusas, sin alternativas, enteros, abrazados entre nosotros, a la conciencia y al amor. Tal vez la oscuridad se prolongue para entrar en los fotones, en ese cinturón e ingresar en este amanecer cercano, de luz del color del cristal. Ojalá, como dice Drexler, sean solo doce segundos de oscuridad.

Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!




sábado, 9 de junio de 2012

El Gran Misterio II

En la Tristán el domador encerró sus gallinas, conejos y pájaros para exposición. Los perros aún cachorros tienen las marcas de miles, las huellas de todos. Se ofrecen porquerías, se ofrecen cosas innecesarias, insuficientes, magníficas. La Tristán es bella, peligrosa, familiar y solitaria. Es una línea, una calle directa donde es imposible perderse y factible a la vez. Si te salís de su cauce puede que pases un poco de miedo, de inquietud, y te lleves las manos a los bolsillos o aprietes con fuerza las carteras, las mochilas, los morrales...  Pero animarse y salirse un poquito puede ser como abrir esas puertas inciertas, un despegue o un aterrizaje forzado. La Trsitán Narvaja tiene matices, tiene colores y también grises, pálidos o seguros grises. Da gusto maquillarse con esos trazos de vez en cuando. La Tristán vende, generosa, y creo que impasible, pretendiendo irse vacía cada vez que se arma, que se levanta. La Tristán arma sus juegos ilegales, sus azares y se prostituye también. Corren sus comerciantes, sus fiolos a aquellos que quieran llevarse gratis una ventaja de allí.

Esa feria es un derroche, largo y con pregones salidos de gargantas cansadas, como canciones repetitivas y monocordes. Es malhablada, se vociferan muchas lenguas y dialectos extranjeros e incomprensibles. Estos, se mezclan con las frutas y verduras frescas y se cocinan y se marchitan al calor del sol.
Se muestran radios antiguas, recicladas y esas son las que más me gustan , las más caras, las más costosas. Porque evocan a mi abuelo y a mi abuela con su transmisor diminuto, perdido a sus orejas en las madrugadas, murmurando tangos que los acompañaron mientras se despertaban los demás y ellos acomodaban la radio, caída ante alguna derrota del insomnio. Yo tomé eso de mis abuelos, el amor por la radio, despierta,  de guardia, en vivo.  Mis abuelos gastaron las ruedillas buscando compañía, voces, misterios. Bajaron el volumen al mínimo indispensable, como si fuera una canción de arrullo, de cuna, que apenas se hace sentir. Son esas canciones que te tienden la trampa de hacerte soñar, como el misterio, como la medicina. Los Abuelos son añejos portadores de sabiduría, añejos portadores de cuentos, de fantasías, de secretos y otra vez, de Misterio. Tienen la llave para cruzar la calle, la feria de los misterios, para velar por los encantos.

La feria del Rastro, sospecho, es como la Tristán Narvaja o San Telmo, como navegar por los propios armarios escondidos de la habitación interior. Ese eterno estado de ensoñación que le enseñó Don Juan al joven Castaneda. Navegar por el Misterio, minúsculo y entrometido, curioso...  Yo elijo esas ferias, esos viajes, hechos de viejas maderas que engendran termitas, escaparates más bien vencidos. Esa película de presupuestos bajos, sencillos.


Donde culmina la Trsitán, donde desembocan sus labios, descubrí hace tiempo la casa más antigua de Montevideo, donde se fabrica tabaco con las manos. Donde se zurce su aroma entre los dedos de las generaciones. La casa Golf es un poquito bella, abandonada y en estado de presencia. Luce bien y huele mejor, luces sencillas la alumbran. Pertenece a la fisonomía más bien oscura y decadente de Fernández Crespo y es atendida por sus dueños. Aquella Fernández Crespo que contaran mis abuelos, se llamaba Sierra y que daría para una nota aparte.  Es un pequeño albergue esta casa de habanos y tabacos para curiosos y entrometidos, porque parece ocultar más de lo que muestra. Sólo ofrece lo que tiene para dar. Yo elijo ese tabaco para saborearlo mientras se hace humo en mi habitación, para que excite mi imaginación y escriba letras. Perdón que halla insistido con el Misterio, pero me resulta exquisito. Yo elijo ese viaje, esas ferias, a la vuelta de la realidad.

Camilo Pérez Olivera.
Ensayando otra manera de vivir¡!




viernes, 8 de junio de 2012

Cuenta kilómetros

El día me sobrepasa y quedo salpicado, cansado de él. Lo paso entre sonrisas desdentadas de la pequeña, sus llantos indomables y llenos de energía, donde a veces no desborda ni media lágrima, y otras es un río entero. Los pañales, la caca, el pis, el frío, la estufa leña, la de gas sin ruedas que tengo que trasladar a mano -con fuerza y esfuerzo- de una habitación a otra. La comida que entra y sale mil veces de su boca, que se enfría una vez y otra más y se vuelve a marear girando en el microondas. La ropa de Juli lavada a mano y el frío de vuelta en los dedos, queriendo descongelarse lo más cerca del fuego posible. La escoba incansable, cepillando el suelo donde se acumulan los pasares del perro (Indio) y la arena que ya no puede contener en sus patas. Los restos de comida que no llegaron a la boca de la niña y otras barridas ocasionales más.

La radio prendida en Océano FM desde muy temprano y en ocasiones ya no sé si me aturde ella o el llanto de Julieta que no para hace media hora. Interminables horas de eterno trabajo doméstico que hago en pantuflas y demasiado abrigado. Como cuando puedo, almuerzo a la hora de la merienda. Pero mientras apronto la mamadera y la recaliento varias veces, alguien se me viene a la mente, un comentario de una nota rebota en mi aire, alguien me susurra al oído un nuevo disparador y corro, corro con Julieta en el brazo, con su llanto y disconformidad por volver otra vez al playroom a escribir una línea, un título que me haga acordar de todo lo importante que se me ocurre en ese mismo momento.

A las cinco de la tarde, cuando se aproxima la llegada de la señora de la casa, ya jugamos, ya reímos, nos dormimos, pasaron muchos pañales, comida, postre y mamaderas. Serví la ración respectiva de cada mascota, quizás una ducha para mí -si es posible- y lo amerita la temperatura en proporción a mi estado higiénico. Pasé la escoba infinita que recorto en las puntas abiertas para que dure un poco más y barra sin dispersar. Llega Noelia corriendo, cansada, agitada, y sé que son unos minutos más hasta que tome a Julieta definitivamente. Antes de eso lavará sus manos y se quitará a medias las pilchas de oficina y sé también que son otros tantos minutos para que logre hacer la pausa y relajarse. Yo ya estoy queriendo correr a la máquina hace horas. En general tengo algún rato para entrar en las redes y hacer sociales. Pero respiro hondo, converso de mí, le pregunto cómo está ella y la pongo al tanto de la bebé. Hago un esfuerzo por presentarme comprometido a pasar unos cuantos minutos con ella, aunque también quiera correr las baldosas que me separan de la adorada PCy sentarme a escribir y a leer.

Tardaré un buen rato en concentrarme antes de que una idea continúe a la otra , luego conecto y fluye. No se crean que después no vuelvo a tomar a mi hija. La sumatoria - al final del día- da como resultado una hora y pico más. Luego de ir culminando las responsabilidades, comienzan las letras a mostrar algo de magia. Para cuando la noche está bien entrada en los huesos, la casa está calefaccionada y el jurado -en especial Patricia Sosa- del Soñando por cantar, ya me deslumbró con algunas devoluciones que recuerdan al Universo y nuestra condición espiritual. Entonces, pasadas las once de la noche, estoy ardiendo y quiero desesperadamente que la casa me deje en silencio y soledad para atizar el último leño que merece el fuego y acomodar las frases con esmero. 

Me acuesto con las palabras hechas y me despierto sonriendo, esperanzado con leer lo que hizo cada trabajo en ustedes. Las palabras son las mismas siempre: corazón, alma, espíritu, caminar, develar, milagro, magia, existencia, esencia. Las acompañan otros adjetivos que acentúan la mirada, la composición. No por repetidas las palabras pierden belleza, siempre se las puede rodear de nuevas y mejores ideas. Me acuesto con las palabras hechas y me despierto de buen humor, rogando un momento para hacer el desayuno, antes que todo vuelva a emepzar.

Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!


El Gran Misterio I

Del Gran Misterio sé poco: que es insondable, que es azulo oscuro, que carece de gravedad... Es que no podría ser de otra manera. La gravedad nos ancla, y el Gran Vientre nos debe hacer volar, permanecer levitando, en estado de ensoñación. Al Gran Misterio lo sé de videos en la web, de conferencias, de lecturas, de cuentos fantásticos y verdaderos en boca de quienes poseen el don de la palabra y de contar historias. Al Misterio lo conozco de algunas rondas de medicina, donde los Abuelos prendieron una luz adentro de mi y permitieron que viaje dentro mío y dentro del Universo a la vez. Pocas veces pude soltar el control de tan avasallante experiencia y en esas ocasiones, me hicieron temblar como una hoja, la medicina puede ser dura con la personalidad. Esas pocas veces expulsó de mi los secretos indecibles, me dejó entregado en el piso duro de los adoquines, o helado en el pasto de Treinta y Tres, bañado de rocío, frío y sin certezas. También me meció en el Remanso, mi barrio, mi casa, mi comunidad; viendo información, sospechando espíritus a mi alrededor. Pero siempre, siempre, fue un Gran Misterio. La energía del Padre Cielo baja veloz, inmensa, en línea blanca y directa, y se entromete roja al corazón, acelerándolo.

Como es arriba es abajo, y descubrir las constelaciones que como calles se estrellan en el Cielo, encontrarnos con esos mapas en medio de la ciudad, es un recóndito paisaje por el paraíso terrenal.  Hace tiempo develé mis ojos y quise que la calle Tristán Narvaja fuera el Misterio. Callecita nacida al cruzar la peatonal, donde sólo está permitido caminar, andar de a pie, gastar las suelas de las zapatillas y cebar mate y lavar la yerba. En el Misterio, en la Tristán, se encuentran magos, libreros, vendedores desvencijados, comerciantes desprolijos, timadores, antigüedades, porcelanas, lanas, hilos, diarios de ayer, rocío matutino que perdura un rato más. Te topás con historias, con recuerdos, los tuyos y los que pretenden vender los sujetos que llevan lo que les queda de sí. Las librerías son encantadoras, viejas, deslumbrantes, y sus libros son ediciones espléndidas, de tapas gastadas pero dignas y otras veces no.

En ella se vende todo y nada tiene devolución. Los relojes no dan la hora, sus agujas se estacionaron, agotadas, en cualquier lugar. Los billetes falsos ingresan al circuito regular y las monedas en desuso son reliquias para los que coleccionan tiempo. Allí hay talento para negociar precios elevando la voz y sólo así se bajan los costos de la tajada.
En esa feria hay artesanos de lo imposible.





Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!

martes, 5 de junio de 2012

Los hijos del rigor y el hilo tambaleante II

No me molesta hablar de mi. Necesito ese ejercicio para ubicarme, para encontrarme. Para dar brazadas entre la confusión y reconocerme entre la marea. Esa es mi tarea, me han dicho lo suficiente los adultos sobre mi mismo, para perder quien soy. Sin maldad, todo estaba en su lugar cuando vine a este mundo. Las cosas conspiraron para que a nadie de la familia le importaran los asuntos esotérico-espirituales, a nadie más que a mi.  El camino escogido es autodidacta., búsquese en el ámbito que sea, las cosas que amo hacer, las aprendí de la manera más verdadera, haciéndolas. Escribir, hacer música, leer -no la acción, sino la opción de qué leer-, estar en pareja, convivir, ser padre. Encontré que ese es  el lugar en la vida a ocupar, reconocer mi propio andar, con luz personal. Cuento con voces que me importan, que me resultan determinantes para avanzar en ciertos aspectos: Noelia, mi madre, y a largo plazo, lo será Julieta. Por extensión, vivo en un barrio donde están asentadas personas que son referencia para mi, Alejandro Corchs en particular y por su exposición. También hay otros que quiero y amo, anónimos y poderosos, y son fuente inagotable de esperanza y sabiduría. Esas voces también son sustanciales para mi. 

Pero para los hijos de la generación del rigor, hay todavía conocimiento y sabiduría escondidos, no hay afán de prenderse a otro juego, a otra manera de entender la realidad. Yo creo comprenderlo y sigo adelante con mi cantar. A cuestas llevo las irremediables ganas de ser leído, escuchado y comentado. Las ganas de ser correspondido, las ganas del feedback. No puedo desprenderme de la eterna sensación de hablar por adelantado, de prevenir, de vaticinar. He dejado testimonio de no hacer profecías, pues mi lectura no es del futuro, sino de un presente que me resulta obvio y predecible, hay finales insospechados, y creo que el recorrido de la humanidad, se exprese en lo colectivo o en lo individual, no es de esos. Pero soltar la ansiedad de que explote el blog y lluevan los comentarios en facebook, es tarea diaria. Cuento con el apoyo de Noelia, sosegando mis fibras, inspirándome a conversar entre nosotros y a respirar profundo. Ella me insta a confiar en que las cosas transcurran, fluyan, a dejar que el tiempo cure y el rezo dure, que todo llega. 

Así que no se asusten si me comporto como un loco -parafraseando a Los Piojos y su "Bicho de ciudad"- , es necesario que a veces sea así. Tomo una curva itinerante, quito las etiquetas a veces para que le llegue el mensaje a quien le tenga que llegar. Hundido en el comienzo del invierno, presagiando estruendos oportunos, anticipando estallidos imposibles de contener, descifrando los mapas que se avecinan, deslumbrado por la nueva geografía, así me encuentro. Así serán las cosas, la naturaleza se ufanará del rigor de la academia, de sofisticaciones híbridas, de esta racionalidad con fecha de vencimiento en las narices, de tanto aire presumido. 

Que nos vaya bien a todos, ya sabemos donde encontrarnos. Salud y anarquía. 

En el año del dragón de agua,  junio.
Ahó Metakiase (Por todas mis relaciones).
Camilo Pérez Olivera

lunes, 4 de junio de 2012

Los hijos del rigor y el hilo tambaleante I

Esta nota presenta un perfil de despedida, un viraje, un cambio de dirección. Más bien una acentuación de la dirección que hasta ahora he transitado, en fin...un cambio de forma. He compartido que la mitad de las amistades de la red social facebook fueron "cedidas" por mi señora madre, generosamente. Ella, de buen talante, me instó a compartir aquello que escribo, y a mi, se me abrió algo más que la inspiración al convidar mis textos por la vía mencionada. 

Las primeras notas estaban un tanto sujetas a relatos familiares, itinerarios de fines de semana, siempre con el aditivo calor que se desprende del vínculo de los afectos. Luego, cuando hervían dentro de mi las ganas de opinar acerca de sucesos cotidianos, de esos que entretienen la sensibilidad del común de los mortales, emprendí un recorrido sinuoso. Presentar un punto de vista "espiritual" aún hoy no parece tarea sencilla, aunque intuyo, uno o dos de cada cuatro individuos que conozco en este mundo, persigue un interés por cualquier aspecto que lo acerque a su fuente interior: yoga, meditación, artes marciales en sus diversas formas y contenidos, reiki, magnified healing, cuencos tibetanos, terapias florales y de las otras, constelaciones familias, símbolos de luz, registros akáshicos y caminos y retiros espirituales colectivos por doquier. A esta altura, no conozco alguien que de forma directa o indirecta, no se vincule a estas herramientas.

Aunque los contactos que he heredado de mi vieja, incluso con gran sensibilidad, no se sientan correspondidos en mi mensaje, los he convidado estos meses a leer estos trabajos. Continué buscando con el motor que me es propio y confiando en abrir el terreno posible, y resucité contactos con grupos y particulares afines a la materia espiritual. Quiero dejar sentado que comprendo que para muchos, estas anotaciones que realizo, se encuentren carentes de rigor académico. Algo así como: "¿De dónde saca, este tipo, semejante disparate?", comentará más de uno. Las carencias de rigor académico siempre han acompañado mi caminar por esta tierrita. Jamás falté con aviso a mis actividades curriculares, fui siempre bastante revoltoso, pero de esos que siempre vuelven a casa, tarde y esperando un plato de comida o la posibilidad de un baño caliente. Fui siempre un burgués, sensible e intuitivo. 

No hay rigor, ni perfección en estas notas, hay faltas de ortografía aún que no logro conceptualizar -no entiendo la diferencia entre halla y haya para su correcta aplicación, no me entra...-, y  desde luego, en materia de fuentes, las cosas que digo, si escribiera que simplemente me siento y me conecto con lo que me pasa acerca de lo que sucede de la puerta del ligustro para afuera, habla de una falta de seriedad importante. Tal vez.

Para mi, habla de estar en el centro, en el eje interior. Conectado con las emociones, con la subjetividad, tirando al infierno las reglas y estructuras. De no tener que buscar la palabra de personas más legitimadas para que expresen mi parecer. Dejé de publicar cosas de otros en el muro, mi casa. Me aburren de sobre manera los clásicos, por cierto, en la dimensión que sea. No logro pasar la cuarta página sin bostezar. Quizás porque en la educación recibida hay materias que son obligatorias, y por ser inlfexibles, pierden belleza. Gracias a esa ventaja que me es dada, abandoné cualquier atisbo de clásicos y encontré autores extraños y marginales. Libros de $20 en liquidaciones que son un manjar, llegaron a mi mano por la astucia de Noelia. Buceo permanentemente en aguas profundas. He leído un verano entero a Nietzsche con 18 años, ante la mirada atónita de mi viejo. Las lecturas de los ómnibus que me acompañaron alternaban entre Foucault, y escritores teóricos y anarquistas: Rosa Luxemburgo, Mijaíl Bakunin, Errico Malatesta. Incorporé luego, escritores y artistas que vinculaban la libertad a la naturaleza y allí empezó todo, la verdadera composición.




Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!



sábado, 2 de junio de 2012

La casa del Sol naciente

Vendrá un tiempo en que la serpiente descienda los escalones de la gran pirámide. Vendrá un tiempo en que la ciudad que se irguió sobre las aguas se hunda por su propio peso, por el peso de su ignorancia. Llegará el momento en que el cóndor vuelva a elevar el dolor para que transmute en el cielo. Llegará el momento en que emerjan de los océanos, las ciudades de quinta dimensión, y con ella, su conciencia, su luz y su memoria antigua. Llegará el tiempo en que los pueblos originarios unan sus voces dolidas en una gran bandera multicolor y la alcen, orgullosos, levantando el camino de sus ancestros. Honrándolos...En ese momento, el hombre blanco habrá sido rojo, y reconocerá esa sabiduría como propia, porque todos hemos de haber pasado por todos los sitios del circulo. 

Vendrá el tiempo en que con humildad, el hombre se presente ante el fuego, pidiendo clemencia y reclamando la sabiduría originaria. Vendrá el momento en que habremos de sostener el fuego noche y día, día y noche, y no habrá diferencias entre una cosa o la otra. Vendrá el tiempo en que la Tierra abandone su letanía al llamado de los tambores retumbando, en ese momento, la Madre enderezará su columna y su piel se abrirá por todos lados. También veremos un tiempo, como en la antigüedad  donde cambien los polos electromagnéticos y la brújula, buscará el Norte en el Sur. Como lo profetizaron las culturas indígenas y lo dibujara Torres García.

Estos, son esos tiempos.

Las cadenas televisivas apenas susurraron a regañadientes un sismo en el Norte de Italia el 20 de mayo, ni las réplicas sucesivas, tampoco hubieron ecos del sismo al Norte de Argentina hace una semana. El gobierno de este último país se corre día a día hacia un lugar autoritario, vertical, intolerante a ultranza, sumiendo al pueblo argentino en una dictadura encubierta, llena de limitaciones. La Presidente Cristina Kirchner, también ocupa un lugar sagrado, se está haciendo cargo del despertar de conciencia en su nación, llevando al frente la nación de la Gran Mujer, la que parirá la nueva humanidad. España, mientras tanto, decide por estas horas de qué manera sostener algún rato más su caída, a punto de inyectar a su corazón miles de millones que salven la banca para acelerar su proceso. A punto de sufrir una embolia.
La sagrada trinidad: el Padre (el conocimiento), la Madre (la sabiduría) y la Madre Gestadora, están hoy en nuestras narices. Si los efectos de estos sucesos están siendo atenuados, es porque hay miles de personas actuando en conciencia para ello. 

Nos acercamos a nuestro propio parto. Esta es la casa del Sol naciente, este es el sitio donde no hay un solo espacio para otra consigna más. Es el momento en que nos comienza a envolver un silencio esperanzador, cargado de alegría, donde se cancela el tiempo. Es el retorno al amor.



Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!