Como es arriba es abajo, y descubrir las constelaciones que como calles se estrellan en el Cielo, encontrarnos con esos mapas en medio de la ciudad, es un recóndito paisaje por el paraíso terrenal. Hace tiempo develé mis ojos y quise que la calle Tristán Narvaja fuera el Misterio. Callecita nacida al cruzar la peatonal, donde sólo está permitido caminar, andar de a pie, gastar las suelas de las zapatillas y cebar mate y lavar la yerba. En el Misterio, en la Tristán, se encuentran magos, libreros, vendedores desvencijados, comerciantes desprolijos, timadores, antigüedades, porcelanas, lanas, hilos, diarios de ayer, rocío matutino que perdura un rato más. Te topás con historias, con recuerdos, los tuyos y los que pretenden vender los sujetos que llevan lo que les queda de sí. Las librerías son encantadoras, viejas, deslumbrantes, y sus libros son ediciones espléndidas, de tapas gastadas pero dignas y otras veces no.
En ella se vende todo y nada tiene devolución. Los relojes no dan la hora, sus agujas se estacionaron, agotadas, en cualquier lugar. Los billetes falsos ingresan al circuito regular y las monedas en desuso son reliquias para los que coleccionan tiempo. Allí hay talento para negociar precios elevando la voz y sólo así se bajan los costos de la tajada.
En esa feria hay artesanos de lo imposible.
hermosa esta pagina gracias camilo por compartirla ,un placer haberla leido gracias por tanta informacionun abrazo cris
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