lunes, 4 de junio de 2012

Los hijos del rigor y el hilo tambaleante I

Esta nota presenta un perfil de despedida, un viraje, un cambio de dirección. Más bien una acentuación de la dirección que hasta ahora he transitado, en fin...un cambio de forma. He compartido que la mitad de las amistades de la red social facebook fueron "cedidas" por mi señora madre, generosamente. Ella, de buen talante, me instó a compartir aquello que escribo, y a mi, se me abrió algo más que la inspiración al convidar mis textos por la vía mencionada. 

Las primeras notas estaban un tanto sujetas a relatos familiares, itinerarios de fines de semana, siempre con el aditivo calor que se desprende del vínculo de los afectos. Luego, cuando hervían dentro de mi las ganas de opinar acerca de sucesos cotidianos, de esos que entretienen la sensibilidad del común de los mortales, emprendí un recorrido sinuoso. Presentar un punto de vista "espiritual" aún hoy no parece tarea sencilla, aunque intuyo, uno o dos de cada cuatro individuos que conozco en este mundo, persigue un interés por cualquier aspecto que lo acerque a su fuente interior: yoga, meditación, artes marciales en sus diversas formas y contenidos, reiki, magnified healing, cuencos tibetanos, terapias florales y de las otras, constelaciones familias, símbolos de luz, registros akáshicos y caminos y retiros espirituales colectivos por doquier. A esta altura, no conozco alguien que de forma directa o indirecta, no se vincule a estas herramientas.

Aunque los contactos que he heredado de mi vieja, incluso con gran sensibilidad, no se sientan correspondidos en mi mensaje, los he convidado estos meses a leer estos trabajos. Continué buscando con el motor que me es propio y confiando en abrir el terreno posible, y resucité contactos con grupos y particulares afines a la materia espiritual. Quiero dejar sentado que comprendo que para muchos, estas anotaciones que realizo, se encuentren carentes de rigor académico. Algo así como: "¿De dónde saca, este tipo, semejante disparate?", comentará más de uno. Las carencias de rigor académico siempre han acompañado mi caminar por esta tierrita. Jamás falté con aviso a mis actividades curriculares, fui siempre bastante revoltoso, pero de esos que siempre vuelven a casa, tarde y esperando un plato de comida o la posibilidad de un baño caliente. Fui siempre un burgués, sensible e intuitivo. 

No hay rigor, ni perfección en estas notas, hay faltas de ortografía aún que no logro conceptualizar -no entiendo la diferencia entre halla y haya para su correcta aplicación, no me entra...-, y  desde luego, en materia de fuentes, las cosas que digo, si escribiera que simplemente me siento y me conecto con lo que me pasa acerca de lo que sucede de la puerta del ligustro para afuera, habla de una falta de seriedad importante. Tal vez.

Para mi, habla de estar en el centro, en el eje interior. Conectado con las emociones, con la subjetividad, tirando al infierno las reglas y estructuras. De no tener que buscar la palabra de personas más legitimadas para que expresen mi parecer. Dejé de publicar cosas de otros en el muro, mi casa. Me aburren de sobre manera los clásicos, por cierto, en la dimensión que sea. No logro pasar la cuarta página sin bostezar. Quizás porque en la educación recibida hay materias que son obligatorias, y por ser inlfexibles, pierden belleza. Gracias a esa ventaja que me es dada, abandoné cualquier atisbo de clásicos y encontré autores extraños y marginales. Libros de $20 en liquidaciones que son un manjar, llegaron a mi mano por la astucia de Noelia. Buceo permanentemente en aguas profundas. He leído un verano entero a Nietzsche con 18 años, ante la mirada atónita de mi viejo. Las lecturas de los ómnibus que me acompañaron alternaban entre Foucault, y escritores teóricos y anarquistas: Rosa Luxemburgo, Mijaíl Bakunin, Errico Malatesta. Incorporé luego, escritores y artistas que vinculaban la libertad a la naturaleza y allí empezó todo, la verdadera composición.




Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!



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