Había
sido una semana íntima, de procesos individuales, de enredos y hasta de
confusión. Llegué al viernes muy cansado y entregado a lo que viniera, no me
había sucedido antes estar a punto de dar un taller y que los tiempos se
convirtieran en desencuentros. No estaba todo preparado para trabajar. Conocía
la sensación de inconformidad que me invadía y aún más la auto-exigencia que
brotaba de mí. Muchas veces había comenzado a trabajo con dudas e
incertidumbres y jamás me había sentido solo o desprotegido. Como pude me
agarré de la sensación, por más pequeña que fuera, de que estaba siendo
sostenido por la divinidad y que ella sabría hacia dónde estábamos yendo y por
qué lo hacíamos de esta manera.
No
había enojos, simplemente no hubo forma de juntarnos previo al viaje. Nos vimos
poco antes de llegar a la terminal y como siempre, se presentaba el amor a
primera vista, como pasa entre dos hermanos que los une el propósito del
corazón. De inmediato abrí mi bolsa de tabaco y con él se disparó la conversación.
Primero sin mucho orden, de acuerdo a las necesidades del alma, luego, tras
tomar asiento en el ómnibus, las prioridades se marcaron con claridad.
-
Gabriel, no tengo el taller
preparado del todo y me preocupa. Me sentí muy solo esta semana y por momentos
hasta me pareció que te descansaste en mi. Me agota hacerme cargo de estar en
el frente de la tarea, recibir instrucciones, que decanten, ordenarlas luego.
Comprendo que vos tengas tu trabajo, pero tenés que saber que en algún momento
esto va a cambiar. Siento que estoy sosteniendo mi proceso y el tuyo a la vez.
-
Te entiendo, Cami, no estás
solo, yo estoy. Me hago cargo de mi parte.
Más
o menos así comenzaba nuestra conversación. De pronto abrimos un mensaje que
Gabriel había canalizado para mí en forma de cuento y el cual yo no logré
entender. Lo repasamos, estuvimos atentos a mis resistencias, a las partes que
por uno u otro motivo, me negaba a querer ver. Ese cuento hablaba sobre la
esencia de un Hombre Rayo, consagración dada desde el mundo del espíritu a
quien despierta en su corazón al Cielo y su sabiduría para que a partir del
rayo, se levante el hombre con el compromiso de sanar su vida, llevar
entendimiento y claridad a lo que le pasó y poder colaborar en el camino de
otras personas. Es un nuevo legado cultural y linaje dado desde el cielo y se
asemeja a la senda del chamán, aunque unos pertenezcan esencialmente a la
tierra y otros al cielo. Yo insistí:
-
Está bien que a vos te parezca
que sostener tu trabajo y estar en los talleres y actividades es una forma de
integridad. No lo cuestiono. Pero tenés que saber que la consagración de Hombre
Rayo, cambia completamente las cosas. Dije.
-
No entiendo en qué cambia si yo
no me corro de mis responsabilidades, Cami. Decíme todo y no te limites porque
no te estoy entendiendo.
-
Mirá, Gabriel. Cuando yo recibí
la bendición como Hombre Rayo, hubo un antes y un después. Este camino no tiene
una línea cultural ni registro anterior del cual tomar fuerza, energía e
impulso. Aunque tengamos a todo los Maestros atrás, adelante y a los costados,
quien tuvo que poner el cuerpo para empezar a sostener esto, fui yo. Y me
parece que eso es lo que no entendés. Que ya es tu hora, estás preparado aunque
te hayas negado a reconocer que todos estos meses fueron de instrucciones
permanentes para poder asumir tu lugar. Porque siento que estoy encarando mi
proceso y el tuyo y eso es lo que me agota en las energías.
La
conversación continuó horas y nos dimos cuenta en ese momento que lo que
estábamos hablando era si estábamos dispuestos a seguir adelante juntos o no y
de eso dependía que Gabriel reconociera su lugar. Todo podía haber terminado
allí, pero refundamos nuestros acuerdos y en horas nada más, cambiaría
completamente el panorama.
Llegamos
a Paysandú luego de hablar sin interrupciones, dejando la cabeza de más de un
pasajero al revés. Nos esperaba la casa de Fernando y su familia en la cual nos
alojamos para facilitar el taller. Era tarde ya y Gabi salió un rato largo, me
llamó la atención su ausencia, pero ya estaba acostumbrado al devenir del mundo
del espíritu y su requerimiento en un sitio u otro. Cuando volvió y de manera
espontánea, hicimos un círculo de sanación entre los que estábamos para
armonizar las energías de todos y especialmente, las de los dueños de la casa.
Al
irnos a dormir, Gabriel me contó algo perturbado que lo habían encerrado varias
entidades oscuras por motivos íntimos de la casa donde nos quedábamos. No
importaba tanto el por qué, sólo que a cada palabra de Gabriel, su postura iba
encogiéndose y de pronto veo varias sombras que le estaban absorbiendo su
energía. De un salto quité esas entidades de su campo áurico y me invadió una voz o muchas dentro de
mí...
(Continúa)
Camilo
No hay comentarios:
Publicar un comentario