¿Cómo
y de qué manera nacerán las comunidades del amor en medio de las posturas debidamente
construidas para contraernos del amor y quedar en el centro del miedo?
¿Cómo
se hace, en un acto de revelación, para bajar las resistencias y subir el
estado de conciencia? El amor, en calma y movimiento, puede mucho más que la
debilidad que guarda el temor. Esta batalla que se mece en cada uno, ya está
ganada.
De
un lado de la balanza están los estados de sometimiento a los cuales nos
condenamos y del otro está la profunda transformación en conciencia a la cual
estamos subidos. No hay forma de volver hacia atrás ni voluntad para
retroceder.
En
la tercera dimensión —que es el estado de experimentación principalmente material—,
hace agua la relación de cada uno con todas las expresiones de vida, pues están
sostenidas por un acorde disonante a la misma naturaleza. En ese plano, no hay mucho derecho a sentirse
merecedor de soltar lo que hace mal y a tomar lo que hace bien, a encontrarse
libre. A ser vos mismo. Es un terreno espinado y empinado, cargado de
conflictos y enfrentamiento porque los que están en lucha son tus luces y
sombras. Allí siempre hay víctimas de un universo que tiende sobre los estados
personales y privados, un problema irresoluble: la vida. El problema es que no
hay nada personal, la verdad es que todo es para bien y al fin es el “nosotros”
el que se extravió.
¿Cómo pueden andar bien las cosas si el
corazón humano está empecinado en retraerse y en auto salvarse? No hay
abastecimiento que alcance si soy el que quiere adueñarse del circo, ser el
malabarista, quien corta los boletos, el payaso que ríe y llora a la vez y el espectador que quiere mirar todo
cuanto pasa alrededor.
Hay miles
de individuos, grupos y colectivos haciendo contrapeso en la balanza y llevando
el equilibrio hacia otro lugar. Está bastante claro desde nuestra racionalidad que
se acabó el tiempo de pelear e ir contra el sistema y sus articulaciones de
dominación. Los efectos de su poder sobre la autoridad de nuestro corazón
durarán años y décadas, tal vez más. También es cierto, se irá nuestra vida en
el aliento de dejar un legado diferente, expresando y caminando una perspectiva
que señala otra manera de vivir. Ya
pasamos la dimensión de lo posible, nos está sucediendo y es real.
Lo
están diciendo intelectuales, organizaciones, líderes de muchos círculos y
personas de a pie: el quiebre es comprender que no lo tenemos que hacer por
nosotros, sino que estamos gestando un tiempo fundacional, cuyo eje y centro
opera desde ahora, por un horizonte común. Lo estamos haciendo por las
generaciones que ya están y las que vienen.
El
momento en el cual se produzca la fractura y el punto de inflexión, será cuando
un volumen mayor de personas decida simplemente dejar de alimentar la forma
actual. No es necesario que dejes nada, hacélo desde el lugar donde te encontrás. Ponéle amor a lo que hagas o hacé algo que ames. Si no tomamos la determinación por voluntad propia, la vida igual nos
acorralará hasta salir a buscar nuestro espacio, aunque lo hagamos con mal
humor y desgano. Siempre volvemos al lugar donde se gestó el conflicto inicial
por el reparo que estamos necesitando. A partir de allí, las bases no son sólo
firmes, son contundentes y descargan bajo nuestros pies, el peso del espíritu.
El alma señala la siguiente dirección.
Si
se dejan de reproducir los mismos patrones y se lleva la atención a lo que el
corazón de cada uno precisa, lo demás se desmorona con naturalidad y sencillez.
No hay que hacer ningún esfuerzo ni acabar con todo a las pedradas. Se cae. Alimentá tu vida desde la timidez y la vergüenza que te
enseñaron, no importa, de todas formas la magia hace su parte y el milagro se
presenta. ¿Qué ganás quedándote allí? ¿Qué perdés intentando ser feliz, el
pasado? ¿Perdés el recuerdo de lo que ya
no está? ¿Dejás atrás a los que ya se fueron? No, es al revés y lo quiero dejar
claro. Todo eso y todos ellos te acompañan y te guían. Un paso al frente, por
favor y todo lo empezarás a ver distinto. Es una promesa, sí. Y es una
bendición que lentamente recuperes tu íntimo fuego.
Te
quiero decir algo muy importante: el recuerdo del dolor es lo que te sujeta y
cuando te animás a moverte, la memoria enternece tu mirada y se llena de
sentido lo que te pasó. La memoria es tan sagrada que no nos permite acceder la mayoría de las
veces, a las instancias dolorosas, para no quedarnos en el drama. Se accede
nuevamente a esos momentos profundos y emotivos, cuando el amor es quien está
para sostenerte en ese ambiente.
Si
en nosotros hay niños heridos en corazas adultas, este sistema es una gran
guardería, un depósito de huérfanos a los cuales los padres no vienen a buscar
jamás. Entonces habrá que ir a reconciliarse adentro. Se habrán fijado que un
niño no aprende por las palabras, sino por las acciones de los adultos. Esas
son las referencias que lo educan.
Si
hay toneladas de dolor y de miedo manteniendo este estado de situación, lo peor
que se puede hacer es arremeter contra la herida, porque es la expresión
colectiva de la ignorancia. Simplemente hay millones de seres humanos que no
saben vivir de otra manera y mucho menos pueden pedir ayuda, porque desconfían de
todos y de todo. Abrazá otra dirección, firmemente y cuando alguien llegue a las
puertas de tu corazón, mostrále tu mano abierta para que vea que no escondés
ninguna piedra ni que le estás reservando gesto alguno de violencia.
Camilo
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