martes, 3 de diciembre de 2013

Bitácora. Parte dos: la resurrección de la voz.

Los tropeles seguían corriendo junto a nosotros, acompañándonos y colgando del aire. A mi lado el libro de la vida, las hojas de la tierra, la sabiduría siempre nativa y fresca y el conocimiento divino, éterico y en tinta dorada. Minutos antes, apenas habiendo atravesado Montevideo, se había presentado nuevamente Nucaey. Su energía era fuerte, su gesto adusto y a la altura de la memoria que custodia. Un anitguo espíritu charuá, al decir original de los pobladores de las praderas.

Él es un cuenta cuentos, su medicina o don es guardar en su alma el registro de la tierra en la que nació: Guaraní, la tierra del gato al revés, el portal de la pirámide azul; en la antigua selva misionera de Paraguay. Llegó desde aquellas tierras y fue adoptado por las llanuras charuás.
El cuenta cuentos es quien va de una comunidad a otra portando un mensaje y en su narración, despierta la memoria del corazón en las personas. ¿Cómo fue que vivieron antes las comunidades del amor? Eso vino a enseñarnos.

La bendición para caminar nuestro país ya estaba daba, ahora era momento de explicarnos de qué manera los hijos de la Tierra y los hijos del Cielo se unirían finalmente en círculo y en consenso. Yo estaba sentando junto a Gabriel, traduciendo lo que Nucaey contaba. El camino que me mostraba, entendíamos, sería el de toda una vida. Fuegos sagrados y luz en las praderas, diseños e instrucciones para habilitar el Camino del Cielo en coherencia con el espíritu que envuelve al Uruguay.

Nos mostró que no hay distancias entre un sendero divino y el antiguo camino azul de los espíritus tal como lo sostenían los guaraníes y cómo el azul y el camino rojo de la vida, debían fundirse para custodiar la vida y gestar de verdad una nueva forma de amor desde el respeto por la diversidad.

Las imágenes no cesaron por largas horas, no me hacía falta ver a través de la noche desde la ventilla que se desplegaba a mi costado para reconocer los enjambres del misterio y en ellos, los ancestros de esta tierra.

- “Lleven el Uruguay al camino de la luz. Devuelvan a este territorio su memoria sagrada, no sólo el camino de la Madre debe levantarse aquí, pues el territorio se está elevando y ustedes acordaron canalizar el Cielo para hacerlo descender. El recorrido será arduo pero está plagado de diversión, ustedes saben entretenerse en el viaje. Pronto deberán llevar el diseño del Padre a muchos rincones de la Madre, la alianza con el Norte ya está en camino y las instrucciones serán dadas en el momento preciso, no antes. Aguarden en sus corazones y sentirán los tambores, ellos les indicarán dónde ir”.

Su espíritu se alejó de manera precipitada. Antiguos lakotas, tribus de Norteamérica llegan desde entonces cada noche y cada día si la conexión que logramos y la conciencia que alcanzamos, hacen la reunión sagrada.

De pronto el ómnibus detuvo su marcha en plena oscuridad y decidimos bajar a ver qué ocurría. Otro micro delante nuestro había sufrido un inconveniente en una de sus cubiertas, por simple solidaridad, el chofer del coche en que viajábamos decidió interrumpir el destino, ya cerca de Paysandú. Nos sentíamos rodeados de aire fresco y sin embargo, también el calor de los montes estaba próximo. Estábamos siendo sanados y bendecidos y para eso, teníamos que poner los pies en la tierra para que esta se llevara a su centro, nuestras raíces y en nuestros corazones se prendiera la memoria íntegra de quiénes habíamos sido hacía ya muchos años. 



Camilo

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