No corro detrás de nadie, tantos íntimos se han quedado por
el camino... De joven pensé que todos tendrían coraje para llegar hasta las
últimas consecuencias con tal de develar la más alta naturaleza: el Ser. Me di
cuenta que confrontar al miedo es un asunto de vida o muerte: así de drástico.
En el tránsito entre parecer y ser, hay cientos de pérdidas y efectivamente,
causa terror sentirse vivo nuevamente. Pero es un momento, la luz inmediatamente
pasa a ocupar el espacio donde antes pululaban el drama, la pena y la
desolación.
He comprendido que el concepto de familia muere a las
puertas del corazón porque la dimensión del amor que nos habita hace imposible
que las relaciones sean restrictivas. Y aún así, se precisa el cariño íntimo y
es buena reconciliarse con la raíz interna. Hay un hogar donde volver. Reconozco
dos actos de extremo coraje: abrirse a la experiencia transformadora del amor y
retraerse a la intimidad individual para conectar a la esencia.
La maravilla de la vida se gesta cuando esos movimientos son
acompañados por la mirada, por el encuentro en los ojos de un hermano, luego
otro y después otro. Reconocerse en el alma, despertar la familiaridad. El
vínculo filial es el amor genuino y cuando trascendemos la vivencia humana para
transportarla a la condición espiritual, la vibración que somos capaces de
entregar al mundo es imposible de contener en alguna parte de nuestro limitado
organismo. Sólo nos atraviesa. Una vez que sabemos, es sano y necesario volver
al encuentro, a emparar a quien se acerque. Ese es el trayecto del despertar
desde mi punto de vista.
Amo a quien pueda verse parte de mi y pueda darse cuenta que
estoy en él o ella. El universo es tan caprichoso y obstinado que tan sólo nos
brinda y abre el presente. Un espacio llamado aquí y ahora es el portal exacto
donde la magia es capaz de abrirse hacia cualquier tiempo, frecuencia y
dimensión.
¿Cuántos se sienten en
este momento en el canal de parto? El miedo es transitorio. Abran los ojos, la
luz encandila al principio nada más. Sírvanse entregarse al desafío, al riesgo,
pues de todas maneras va a doler… Entre
el dolor en la soledad de mis heridas y el dolor en la justeza del destino que
me ampara, elijo quien soy. Siempre revelar quién soy.
Tomen el destino que pactaron, de lo contrario serán
acorralados hasta que se rindan o lo que es más difícil de entender, volverán
otra vez a la vida a por el mismo banquete. ¿No hemos tenido suficiente ya? El
faro interno, la brújula está encendida, conecten con ese sentido, no hay nada
que hayamos perdido ni nada por perder. Aquello que es para cada uno, de todas
formas retornará. ¿Cuánta más resistencia colocaremos entre nuestras enfermedades
y conflictos y la medicina que cada célula está precisando?
Que el llanto nos sea dado para bañarnos, que el abrazo nos
traiga sostén, que nuestros cueros se desnuden para vestirse con el traje de
luz que nos pertenece. Prepárense para la fiesta cósmica, todo está servido ya.
Camilo
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