lunes, 15 de octubre de 2012

Las manos de arena y las garras de la civilización

Los ojos ocultando tus intenciones, los ojos apenas pudiendo contener tus ganas, tu enojo como impulso, tu ambición, esa herida en ese niño que alimentaron miles de leguas de las aguas inconclusas. Quién sabe dónde comienzan y dónde terminan esos mares y hacia dónde cursan las corrientes sin destino. Para nosotros eran bravos hombres que peleaban con toda su dureza para ocultar toda su fragilidad. Hombres niños con dolor en sus ojos y sin amor en sus manos. Para nosotros los ojos nada pueden ocultar porque son, detrás de sus cristales, las puertas mismas del alma y cualquier miembro de la tribu sabría reconocer el estado del alma en un hermano sin importar de dónde provenga. Los dioses de todas las cosas que están vivas ya habían advertido la llegada de esta edad.

Nos veo viajando en la historia y transgrediendo el tiempo como lo hacen quienes realmente han superado el rigor de la carne y la maravilla de la materia. Nos veo volviendo en ojos nuevos, cristalinos y en cualquier piel que sea de la Tierra. Nos encontramos en esta forma porque ya hemos sido la piedra, el fuego y el maíz. Nos encontramos en cada lágrima porque hemos sido la sangre que ha regado la tierra de esta estrella que nos ampara.

Hijos de la Tierra, hijos de la estrella que otras tierras ven de lejos. Hijos de la nación de todas las estrellas y de todo el Universo, caminantes del Gran Misterio sin destino recorriendo el Gran Espíritu por dentro.

Somos los mares sosteniendo las naves y precipitando los acontecimientos. Somos el conquistador y el nativo y somos los dos al mismo tiempo. Somos los vientos avanzando esas barcas y el espíritu abarcando esos vientos. Somos las manos invisibles impulsando las velas y las banderas y los labios soplando los tiempos a la orilla de la profecía. Fuimos todas las razas y tantos sueños distintos... Vestimos todos los colores en nuestra piel. Nos pertenece esa rara virtud del espíritu de habitar todos los tiempos y todas las direcciones al mismo momento. Por eso somos la memoria, por eso somos el ahora, por eso somos la vibración que construye el futuro. Pero somos ese futuro viajando hasta nuestros días para facilitarnos los sueños, los deseos y los horizontes. La chispa, la luz, la melodía, el goce, la serenidad y la pasión nos suceden.

Tuvimos en nuestras manos el arco, la flecha, el fusil, la flor, el pan y la copa con vino. Sentimos en nuestras manos la cosquilla del pasto y del viento y la áspera piel de la madera. Sentimos en los oídos el llanto de un niño recién venido, el cañón disparando y la carcajada sabrosa que trae alegría al aire que compartimos. Oímos también la expresión de un niño antes que la cultura la convierta en palabras.

Vaciar nuestro lenguaje de lo "mío" y lo "tuyo", desocupar las manos de pertenencias. Imprimirnos distintos cada día  encontrar la buena palabra y el signo. Volver siempre, habitarlo todo sin resolver los misterios y caminar si ha de ser posible con la fascinación en las pupilas. Reconocer adentro toda la identidad que se desata afuera.



Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivr¡!

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