sábado, 15 de septiembre de 2012

La línea de la vida y el sendero de la transformación

Creo que todos somos parte del Espíritu de Dios
y el Espíritu de Dios habita dentro de todo lo que vive.

Para comprender el concepto del Camino del Nativo Americano
es preciso volver a definir la palabra Medicina.
Medicina es cualquier cosa que mejora tu conexión
con el Espíritu de Dios,
con el Gran Misterio de la vida y con toda la vida.

Lin Ekstam

Otra vez hay una tormenta despertando entre nosotros. De nuevo el cielo despliega su gris y sofoca su azul. No importa cuánto nos traslademos, es un reguero de lluvia y electricidad, es un regadero implacable y purificador.

En el calendario ya no quedan fechas comunes, en blanco. Todos los cuadrantes del almanaque son puntos inflexivos, cruciales, de vital importancia. Según qué ciencia sea la que los investigue, la que se adentre en ellos, los puntos de vista revisten distintos matices. Pero todas las opiniones, hasta las de los más necios, apuntan igual. Aunque quienes ostenten cualquier cuota de poder en las burbujas acabadas de este sistema, se afirmen en el sometimiento, en el miedo, en el rencor y en tantos otros venenos, de esta manera lo único que están consiguiendo es la seguridad de acelerar los cambios.

Los hombres que están en el poder esparcen su resistencia, dinamitan las posibilidades, minan cualquier territorio. Si quedara alguna posibilidad de que sus ejercicios se prolonguen, de que este escenario se eternice, sería por lo menos imprudente dañar los sitios próximos a los cuales echar mano en cualquier momento. Sería nefasto destrozar poco a poco los sectores aledaños a sus propios artilugios. En eso están los sectores que acumulan desprestigio y fortuna, en eso están los que se autoproclaman prohombres del progreso. El descontento es masivo y echar sal sobre esta herida es saturar la última presentación, la última actuación de esta parodia. Y sin embargo lo hacen.

En el otro extremo -pero solo en apariencia hay distancia: la resistencia y el cambio conviven codo a codo- los hombres que se dejan atravesar por el amor están aprendiendo a no combatir más la oscuridad. Es un buen momento para soltar cualquier lucha  porque estas ya no dependen de nosotros. Es un gran momento para conquistar la felicidad en el ahora más inmediato porque todo lo demás se acaba.

¿Cómo que se acaba? ¿Cómo se va a acabar? ¿Cuándo va a pasar? ¿Qué va a pasar? ¿Va a pasar en todos lados? Si la Tierra no tuviera el amor y la gentileza de vibrar con un buen cimbronazo que sacuda nuestras modorras, ¿vos te detendrías voluntariamente algún día y te ausentarías de tu trabajo, de tu empleo y de tus actividades? La respuesta es un rotundo no. No se puede dejar de depositar nuestra fuerza en aquello que a corto plazo nos facilitará vestir, nutrir el organismo y que permite continuar el movimiento cotidiano. Por eso la respuesta es no. Nadie por voluntad propia cesará sus acciones comunes. Por eso la Tierra va a decidir cuándo y cómo ya es suficiente. ¿Qué esto es apocalíptico? No, en absoluto, internamente todos sabemos que estamos aquí para vivir este momento. Cualquier disconformidad con la realidad tiene origen en el saber profundo de que venimos del mayor amor que existe y nos revela que en este plano las situaciones se alejen -por nuestra responsabilidad y no- de ese estado de gracia. Conectarse con esa verdad interna puede llevar años, meses, días, largas horas o unos minutos, pero no escucharla es prácticamente imposible.

Las fechas en rojo que no están señaladas en los almanaques que cuelgan en la cocina marcan fuegos próximos, fuegos importantes, fuegos trascendentes. Sucesos relevantes se están gestando en otros niveles, lejos de la visibilidad sesgada con que juzgamos los acontecimientos que nos rodean. Hay baterías de cocina enteras abollándose por las calles y hay murmullos que están creciendo en los silencios de la Tierra. Si prestamos atención la Madre nos habla, si prestamos atención el Cielo nos avisa desde dónde se acercan las próximas tempestades. No hay tragedia en la muerte, es -al decir de un libro tan exitoso como su autor[1]- la reina de las transformaciones. Pero habrá naturalmente un proceso que no todos pasarán. Esto también lo sabemos en intimidad. Hay un ajuste a nuevas energías, a nuevas tecnologías ecológicas y hay energías y tecnologías que no precisan continuar a la siguiente etapa. Hay personas, lugares y maneras que ya han cumplido su parte, han hecho su tarea y desearles la continuidad en esta dimensión solo hará la realidad más penosa y angustiante.

Invierto tiempo, esfuerzo y amor en este oficio de escribir. Mi lugar pertenece a las trincheras donde se debaten la vida y la vida un momento después de la muerte. Un pie en la tierra y otro olfateando las manifestaciones del espíritu. Una parte de mi ya cruzó a la siguiente pantalla y observa las cosas con compasión. La otra parte está en la línea de combate, donde miles de almas desconfían del dolor y del miedo y no se convencen del amor totalmente. La cadencia en el desconcierto, los dominios de la confusión. Una parte de mi boca contesta con cinismo a los dislates e improperios de una etapa enorme que se cierra y otra parte se atreve a conversar sin medias tintas del amor que se avecina.

La posición del artista tiene que ver con esa realidad. Es -ante todo- una definición del espíritu propio que antecede cualquier posibilidad de equívoco. No hay error en ejecutar palabras, música o pinceles. No se llega a ello por descarte. Hay una permeabilidad primaria a cualquier aspecto sensible, a cualquier nervio y emoción que ingrese a las entrañas de la sociedad y ese aspecto sensitivo al primero que atraviesa es al artista. Quien se precie de tal sabe que su lugar son los límites de lo posible, las fronteras de lo permitido. Hay también una delicada relación con la muerte porque esta se encuentra en el último margen de la costumbre y en el ingreso de los procesos que transforman esa realidad habitual. Y es por tanto, un sitio de una exacerbada soledad, porque hay una relación constante con el cambio. Es un terreno de modificaciones más radicales pero no por eso sin sentido.  Quien hace lo posible por contribuir al arte - un artista- a veces precisa compasión y otras veces compañía, pero no podría convivir mucho tiempo con las grandes multitudes y sus costumbres.

Cuando la tormenta se deja respirar y el aroma invade y la atmósfera cambia de manera abrupta, muchos corren a refugiarse de la lluvia y se escapan de los rayos que bajan la electricidad. Quien ejecuta su arte, se apresura al extremo de la tempestad, perdiendo su cuidado y el miedo, y se detiene a escuchar qué tienen para susurrarle los espíritus que vienen en los truenos. Acaso sirva para embellecer el alma y alimentar la esperanza, porque aparte de estas dos, no hay cosas mucho más importantes.






[1] Corchs, Alejandro:  ¿Por qué existe la muerte? en 13 Preguntas al Amor, Editorial Purificación: Memoria Viva, Montevideo, P 27.


Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!

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