Tenía una nota solitaria, guardada en los cajones cibernéticos y en un momento se tornó antojadizo compartirla. Más o menos para esa fecha se creó "El Retorno al Amor". No había otras razones para fundar ese espacio, el impulso era tibio. Elegí facebook y blogger y me eché a andar. Adormecido y perezoso, así amanecía este viaje como pretexto para difundir una nota suelta, encriptada y poética. Cuando me di cuenta tenía frente a mi un espacio enorme y vacío. Ya había asumido un pequeño compromiso con una veintena de personas que, condescendientes y sin conocerme, habían leído "La Gran Mujer". El formato en que estaba escribiendo era nuevo, escribir no, y el margen que tenía era: caer en el olvido rápidamente o darle continuidad y comenzar a despertar. Elegí despertarme, encontrar mi voz y transcribirla. Seguro de que las anotaciones que tomaran mi trabajo y mi tiempo, las abordaría desde la espiritualidad, porque ese es el camino que hace tiempo me encontraba en su cauce.
Pero... ¿Qué significa escribir sobre espiritualidad? En las conversaciones de hogar, diarias, recurrentes, nos animábamos a descubrir los sentidos más profundos de los procesos de conflicto que nos llegaban desde cualquier lado del tejido social. Las sociedades viven una profunda crisis como resultado de mecanismos que ya no sirven, que ya agotaron su vida útil. Cuando algo se desajusta dentro de esos mecanismos también se procede a actuar en respuesta a esas fallas, el problema es que están tan agotadas las respuestas a las fallas como los mecanismos primarios. Lo primero que está en crisis es el hombre consigo mismo, se alejó tanto de su naturaleza que engendró conflictos con su propia fuente, peleando contra sí mismo. Si estás peleado con tu propia esencia, con lo que sos, cualquier eventual respuesta a esas dificultades agudizará los síntomas, porque las respuestas están gobernadas bajo la misma mirada del conflicto inicial. Como las sociedades están globalizadas, los problemas y las dificultades surgidas posteriormente, son muy parecidos. Los rasgos humanos viven una realidad similar independientemente de la latitud en la que se quiera focalizar.
Entonces escribir sobre espiritualidad es descubrir que la única forma de dar respuestas nuevas, enfoques distintos, es trascender el drama que vive en la superficie y saber echarle una mirada a las necesidades que guardan los corazones de las personas. Como la conexión con el espíritu está arriba y no en los pies, fomentar el ejercicio de reparar los dolores, escuchar las emociones, aprender a llorar y a reír, requiere actuar por elevación. Tocar dentro de los conflictos, los resortes que resuenen en la conciencia. Eso es actuar por encima del drama.
Así se gestaron las primeras notas. Teniendo como referencia otros blogs, fui tomando las herramientas que se presentaban para darme cuenta si estaba solo en ese mundo o había otros corazones sobrevolando mi espacio etérico. Los visitantes llegaban como gotas y yo aparte de ser soñador, conocí mi propia ambición. Del idealismo a ultranza que sostuve toda mi vida me corrí día a día hacia las ganas de sentirme más acompañado, pero eso implicaba poner los pies en la tierra. Entonces ahora tenía otra meta y un compromiso mayor. Mantener la conexión con el espíritu para comprender y echar raíces para no quedarme solo. Quería dar a conocer el blog y debía producir más aún. Los contenidos nunca cesaron, nunca dejaron de acompañarme y los visitantes eran más. Pero a veces la continuidad se caía y eso requería mayor esmero.
Recordé una frase que escuché dentro del camino espiritual indígena: "el Camino Rojo es para todos, pero no todos son para el Camino Rojo". El blog tenía vida y asiduidad, pero no todas las personas con quienes compartía los trabajos, estarían en total consonancia. Entonces entendí que había un público, que había un grupo de personas con rostros, con historias y recorridos particulares que me esperaban. No importaba el número, la meta era encontrar esa red a donde mis impulsos pertenecían y se extendían.
Hay un mundo al cual nos dirigimos sin saberlo, hay un tejido energético por donde viajan los anhelos, los deseos y estos se encuentran con los sueños parecidos a sí mismos. Algunos grupos de facebook dedicados al camino Harwitum y yo, nos hemos encontrado en la mitad de la distancia que hay entre ambos recorridos. Todos queremos recuperar la memoria de la Tierra porque esos recuerdos nos devolverán parte de las páginas de nuestro propio libro de la vida. Todos queremos despertar la conciencia para encontrarnos con nuestra verdadera dimensión. Levantando la memoria, en el recorrido, reconocimos que cada historia es sagrada y esa chispa nos pertenecía y no estábamos afuera de esa totalidad. Los sitios y sus leyendas, nuestras vidas y sus hazañas. Esa es la totalidad que somos. Cuidar la vida, protegerla, nos confirma en nuestro lugar. El resto no está en nuestras manos. No pertenecemos a ningún camino espiritual y nos pertenecen todos a la vez porque somos parte del tejido, parte de la vida en la vida de los demás y porque el camino es la vida misma. Y la nave finalmente despegó.
Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!