Me
repito al sur para pararme otra vez,
todo mi plumaje luce desvestido y estremecido.
todo mi plumaje luce desvestido y estremecido.
Las
fuerzas de lo insondable penetran de nuevo en mi vida,
agresivas,
sorpresivas y extensas.
Abandonan
la pasividad para dejarme sin recursos más que entregar mi piel.
Fui
dragón en el dragón y soy serpiente en la serpiente.
La
personalidad que no somos pero que identificamos
como
nuestro genuino perfil, no puede resistir para siempre.
Creéme,
todo se nota y cuanto más esfuerzo pongas
en permanecer inquebrantable,más
veloz estás yendo a tu destino.
Si escogés
el modo menos amoroso, los muros están a la orden
para derribar tu decadencia.
La
vida se hace un festín con nuestras hostilidades
y las devora sin consultarnos.
Volví
al sur, al medio de la ciudad a descubrir que puedo
y que llevo en mí al orden
natural.
Que
también puedo contrastar el gris urbano
y recorrer las calles de mi integridad.
Bien
podría haber sido a la falda de un árbol,
rodeado
de copetudas y pequeñas telas amarillas cortadas,
todas
ellas unidas con hilo a tono, forrando cientos de puñados de tabaco.
En
cada uno, mi energía y rezo allí dispuesto,
cada trozo de mi vida expresado en ello.
Podría
estar ahí mismo, con su copa como mi cielo
y con la mirada dirigida a la
orientación
donde se va en busca de la visión integrada de nosotros mismos.
Sin
embargo son las calles y el caminar
las que sostienen mi fiebre, ardiente y
demente.
Las
noches, cada una de ellas,
se abren con la misma intensidad y vehemencia.
Es
un delgado cordón desde donde aprendo a convivir
con
el implacable mundo del espíritu,
allí también estamos todos envueltos.
En
él aprendo bajo el manto oscuro,
a moldear una realidad irreversible que
se plantará luego
en este contexto que a veces resulta grosero
por
lo obvio y predecible, y otras veces intempestivo,
por lo que no espero.
Asisto
cada luna a encontrarme con lo que hoy estoy desencontrado
pero
unido indefectiblemente.
Allí
es donde siempre se teje primero el amor.
Allí
todo se llena de magia, sueños y revelación.
No
hay descanso ni en el orden del espíritu
ni cuando
este plano de ilusiones madruga con el sol.
Hay
espejos tenebrosos que te devuelven el veneno de tu historia.
Hay espejos
que francamente no te saben mirar
y te
refractan engaños y buenas trampas de amplios decorados,
esos
que se ajustan y se anudan con delicadeza y perverso riesgo.
Hay espejos
que responden al crudo de tu paleta original
Esos
reflejos duelen pero son inalterables
como la verdad
y esta
tiene una sola cara para todos y es el amor,
alto y cercano,pero
sobre todo alto.
Los
espejos largan humos, los espejos hacen que muerdas el polvo.
Los
espejos te reconocen cuando son bien pulidos
por la impecabilidad de su
esencia.
Los espejos
te estrellan con tus fracasos y te enseñan a vivir.
Hace
escasas semanas, un hermano, espejo de mi propio fuego,
me advirtió
de la inminente turbulencia y desde entonces
los
días y los espasmos se suceden con violencia.
Estos
días son sobre todo impresionantes, como los espejos.
La
verdad que la vida no juega a los dados, rompe el azar
y se
muestran en torbellino las sincronicidades.
El
dormir se despertó hace años
y
acumulamos larguísimas horas de vigilia a la orilla del tiempo.
Tras
el paso de las agujas sofocamos el pensamiento,
con
la cabeza colgada y descolocada
ante
la fortaleza y la lucidez con que se presentan las revelaciones.
Ellas
son sólo comprensibles para el corazón,
el
único que puede sostenerlas.
Lo
sabemos todo y no entendemos la magnitud de lo que estamos viviendo.
Nos
supera el misterio.
El
cielo y sus brillantes secuaces se mofan de nosotros,
nos avergüenzan
dejando al desnudo la escasa capacidad de darnos cuenta.
Ah…
Ego, ego, ego… Ni serás eterno ni florecerás de nuevo.
No
tenés chance ante la realidad que pisa los talones
y que
incendia la vaga inteligencia.
Es tú
momento, corazón.
La percepción y la intuición son tus manos y tus dones.
Cuando
elegís latir desde allí, construís el amor que tanta falta nos hace.
Reproducís
inteligencia cósmica y sabiduría divina.
Cuando
optás por estar vivo, golpeás la mesa que te limita,
te alimenta
y te condena, donde el plato repetitivo y antiguo
es
la discordia y la comodidad.
Cuando
bailás y batís desbocado, te acordás del ritmo del universo,
y las
piedras que te cubren se desintegran
y el
calor comienza a danzar a tu alrededor.
No
hay mayor acto de coraje ni medicina para la existencia
que
romper el silencio, darle palabras al dolor,
ser certero
en quien merece ese lenguaje
y convertirte
en un gigante al cual la vida le atraviesa constantemente.
En
presencia de alguien así, mi ser se inclina.
Camilo Pérez
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