miércoles, 7 de noviembre de 2012

Las formas de la tempestad

Los miedos quieren escribir que todo está a punto de acabarse y lo cierto es que está cerca de comenzar de otra manera, tan amorosa como nos atrevamos a imaginarla, tan poderosa como nos dejemos vivirla.

Los colores y la alegría nos pertenecen, nunca fue diferente. ¡Recordémoslo! Jamás el sol dejó de latir, nunca el calor y la fuerza nos fueron ajenos. Así el frío, el viento, el agua y la luna estuvieron siempre a nuestro lado sin parpadear, ayudándonos a suavizar las emociones y a nadar en ellas para recuperar el timón de lo verdadero. Tenemos el “si” y el “no” en el centro del ser y del corazón para juzgar íntimamente lo que nos conviene. 

En la orilla de las mareas hay siempre un espejo transparente y cristalino para poder bañar la locura y para que la abuela vuelva a tiritar enrojecida cualquier noche. Hay estrellas desfilando por doquier y el cielo está a la vez arriba y abajo nuestro, la tierra también. Acompañan, caminan, son los pasos que crujen y el revoloteo sobrevolando.

Está lleno de obstáculos que ponen cara de desafiantes, está plagado de oportunidades de manifestar lo mejor y lo peor de lo que somos y estamos eligiéndolo. Nos llaman a ser calor en este fuego, ser sus lenguas y sus llamas cuando la temperatura está en aumento y así sube como sube el temperamento. Una ola de agresiva fiebre da un golpe de sudor y empapa la frente, nos deja helados y estremecidos; también son parte de estar vivo la furia, el impulso y el desenfreno.

Nuestra mirada es ahora la que se lava y es lava quemando la mentira. El reto está adentro tanto como afuera. Es ahora mismo el momento más intenso donde todo se convierte en sí mismo. Toda la verdad ya está entre nosotros, ahora solo falta rasgar los dolores hasta hacerlos amor.

Habrá tempestades sin lluvia rajando y agobiando la tierra. Habrá tormentas que nazcan del fuego, de esas en que nos queremos quitar hasta la piel, azuzarán el oxígeno y harán insoportable el espacio.

Encender los altares, encender las antorchas y el rezo y encender tantos fuegos como sean necesarios. Vamos a pasar muchos soles y muchas lunas velando, guardando y custodiando el sueño, la inocencia y la fantasía en este presente, en este límite en donde se deja de escribir el tiempo. Levantar el puño solo para estirar los dedos y la pereza, pero nunca más para luchar. Aprendimos que no hay victoria posible en las batallas y que la vida no se conquista sometiendo como no hay una sola certeza que sea más importante que otra. A veces los sentimientos propios nos acobardan tanto como los ajenos y eso nos retrae. El frío y el calor en lo hondo tienen condiciones parecidas: ambos queman, ambos hielan, ambos cambian la vida.

Quiero ser toda la lanza, ni su cuerpo ni su punta me conforman, sino toda la flecha. Viajar directo al centro y penetrar la propia escarcha con la que aseguré el camino que me da miedo y que me repara. Sé que transitar el amor asusta porque lo tocamos desde la fragilidad que un día nos convencimos que éramos, sin embargo cada paso que damos nos agiganta y nos acelera. Somos el amor y la fragilidad danzando en el corazón.





Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!






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