martes, 13 de marzo de 2012

Rumbeando

He decidido mi vida como una gran licencia...hace tiempo! Implica en otras cosas, bancársela, así...como suena, en palabras que circulan el terreno joven. Concibo la existencia, esa que me atraviesa (como me atraviesa mi propia vida), como un camino eterno, sin principios ni finales (como reza Andrés en "Los Divinos"), teniendo la clara conciencia que siempre, indefectiblemente, he elegido la dirección difícil, como buen salmón... Hijo de la última etapa de la resistencia, del último grito de la rebeldía. De la decadencia más fuerte del autoritarismo y de la energía insipiente de hacer las cosas distintas. Así, creo, lo fueron soñando mis padres, creo, me animo a adivinar. Como destino inexorable, me he sentido cada vez más ajeno al "sistema", y me llevaría un libro entero definir esto que tan gratuitamente llamamos "sistema", libro...je! Qué picardía!

Y en este atardecer de Remanso, cuanto más me alejo de lo que han deseado para mi, como sin darme cuenta, voy viendo que me acerco más a mi infancia, "mi casa era un abrazo con aromas" canta Cordera. Cuando tenía cinco años, me inundaban las canciones de Sabina, Serrat, Paco Ibañez, "Los Redondos"," Rumbo", "Canciones para no dormir la siesta", quizás " Los Abuelos de la Nada" y tanta y tanta bohemia que se escondía, prensada, pretendiendo quedarse a vivir en los rincones de la casa, extendiendo los límites de sus paredes, y resulta que se quedaron a vivir en mi memoria. Y otra vez, cuanto más me alejo, más cerca estoy de ese gris recuerdo que se va pintando del color de la madera antigua y larga que recorría mis piesitos.

Los rumbos no son tan ajenos ni tan distantes ni somos tan diferentes, sencillamente son rumbos. Hace poco sonó Rumbo, como si hubiese sido ayer que sonaban en mis pequeños oídos. Aquellos fantasmas que tenían su lugar en mi realidad, aquellos fantasmas que giraban en cintas grises de casettes de última moda, ahora se transforman en fantasmas de nuevo, trajes hermosos, llenos de magia, de vida, fantasmas de almas bien dispuestas, fantasmas de colores disparando lo mejor de mi imaginación. Quedaron estas fotos oleando y actualizando la memoria como el mar "olea en los adoquines". Fantasmas de tiempos modernos, almas llenándose de vida, y el espíritu de la canción, el pulso de la vida, ahí, goteando, como cuando le canto a Julieta al oído "Mírenme, soy feliz, entre las hojas que cantan..." 

Cantar y cantar y cantar la belleza de ser un eterno aprendíz. Si Julieta, no somos tan diferentes, dice la ciencia, allí donde se comienza a fundir con el espíritu, que sólo el uno por ciento es en esencia donde somos únicos, tan perfecto resulta el Universo que nos hermana el noventa y nueve por ciento de lo que nos compone. Es ese uno por ciento la casa del espíritu, nuestra luz, tu luz, tu lugar en el círculo de la vida y en el centro, el fuego, la libertad, en definitiva, nosotros mismos, la conciencia. Ese largo camino para al final volver al Orden del Amor.


Camilo Pérez Olivera
Ensayando otra manera de vivir¡!

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