viernes, 15 de agosto de 2014

Ir de la razón a la paz

La vida consta de dos dimensiones: forma y contenido. La formas son todos los espacios en los cuales nos pasan cosas. Nuestro cuerpo es la primera, nuestra casa es la que sigue, el lugar de trabajo es otro entre tantos en los que frecuentamos. El contenido tiene que ver con lo que nosotros hacemos dentro de los espacios en los cuales estamos.

Este mapa tiene dos direcciones más, porque en los lugares no estamos solos, entonces lo que hagamos afecta a quienes comparten esa plataforma. Si lo que contenemos y por tanto soltamos en ese marco, impacta negativamente en otra persona, generamos conflicto. Si lo que vertimos en ese espacio aporta positivamente al otro, creamos encuentro. Conflicto y encuentro son las frecuencias que hablan de cada uno de nosotros. Son la amplificación del mundo interno en contacto con las realidades de otras personas.

Todo estado de lucha que se exteriorice, deriva de una riña adentro de cada uno. Las libertades que resignamos, al ser reprimidas y normalizarse esa situación, se oponen a la naturaleza de bienestar inherente al Ser. Todos conocemos estas discusiones que se desbocan en nuestro interior.

La pelea es una sola: nos pasaron cosas que contradicen al estado de gracia y plenitud del cual venimos. La respuesta también es una: tenemos razones para estar dolidos y sufrir. Simplifiquemos el camino y juntemos todos los motivos en uno: tenés razón, toda la razón y solamente la razón.

Cada vez que escribo soy conciente de que estoy hablando contigo (y conmigo). Te invito a que te detengas tantas veces como te sea necesario. Si podés conectarte con que de verdad tenés razón, un poco del camino está allanado. Sufre el que no está seguro completamente de que lo que le pasó, fue injusto. Hagamos una franquicia en este momento: no te lo merecías, no hiciste nada para que eso ocurra. Tenés razón. Podés dejar de sufrir. ¿Pudiste? ¡Es liberador! ¿Vamos por más?

Si hasta acá seguimos juntos, demos otro paso. Lo que sucedió igual duele. Acá necesito que prestes especial atención a lo que voy a decir. Lo que viviste, vos y yo sabemos que tiene una razón de ser. Si te enoja leerlo, recomiendo que vuelvas al párrafo anterior y reúnas de nuevo la energía que conseguiste para avanzar. ¿Seguimos?

Asumiendo que podemos continuar, aunque te hizo sufrir y ahora duela, no es importante saber el propósito de lo que pasó, es trascendente reconocer que tuvo un sentido y que aún lo tiene porque no lo conocés. Transgredir tus propios limites, ayudarte a crecer, madurar aspectos de tu personalidad y templar el carácter pueden ser conceptos que alberguen el propósito.

Pero el ego sigue ahí, porque sabiendo que lo que pasó tiene algo de fondo, quiere develar lo que ahora se esconde. No deja de doler, pero es reconfortante sentir y pensar que aquello que tuviste que atravesar tu o alguien más, tienen una capa a la cual es posible acceder.

A partir de aquí, no puedo ayudarte más que con la intención para que te muevas del conflicto que aún permanece hacia el encuentro de la verdad oculta. Te garantizo que si te ponés en marcha, hay respuesta. No hay búsqueda que no arroje luz. El apoyo que vas a precisar es personal, frente a frente y estará la vida para guiarte hacia dónde recurrir y en quién confiar.

Cuando hayas alcanzado el sentido, quedará un último paso, tan difícil como los anteriores. Hay que abrazar la razón primera, no la personal (ya nos pusimos de acuerdo en que tenés razón), sino el motivo de la vida para construir lo que puso en tu camino.

El cierre de todo ciclo es la aceptación. Quiero facilitarte una herramienta más para las dudas que probablemente te invadan en este momento. La ventaja que supone llegar al final del laberinto, no es estar frente a la salida. Sino todo lo que se transformó dentro tuyo en el camino.

Para cerrar, insisto en las cosas más esenciales. No hay nada qué discutir, no entres en la discordia, la razón ya la tenés. Hacé tu parte y fluí con el ritmo que propone el viaje. Las pausas y las velocidades son la fuerza de la vida y siempre será infinitamente más que la omnipotencia personal. Cuando vayas por las respuestas, participá del juego con respeto. No tenés demasiado qué hacer porque igual cuando descubras por lo que fuiste, vas a ver fuera algo que te esperaba dentro.

Me quedo en forma de mapa y con estas palabras como contenido. Que sea posible soltar los problemas, los acertijos se resuelven en las relaciones.




Camilo Pérez

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