martes, 29 de julio de 2014

Arte sano

Sanar es lleva luz a los lugares nuestros que están vacíos de amor. No importa si es mucho o poco, mientras no estén colmados, reclamarán atención. Para iluminarlos, tenemos que tomar conciencia sobre cuáles son esos espacios y los reconoceremos porque se comunican a través de las emociones. Lo que estoy re-sintiendo, habla.

Sufrimiento y dolor no son lo mismo, tampoco el sentimiento es igual a la emoción. Un patrón emocional que se reitera o una situación que produce sufrimiento o dolor, dice que hay una forma de percibir el mundo y a mi en él, que es errónea. Si la percepción cambia, el sufrimiento y el dolor se diluyen. Pero esto viene después y no es una situación involuntaria, es una intención que precisa de una acción.

Lo que la vida no brinda ni nos da, es lo que traemos de fábrica. No está puesto en nuestro camino porque lo encontraremos dentro y está para ser desarrollado. Es más, sos una pieza insustituible para la vida, porque lo que viene de tu interior no está en el mundo aún. Habrá parecidos en los que te sientas reflejado y te ayuden a brillar con lo mejor de ti, pero no será nunca igual a lo que puedas ofrecer.

Si tu destino es despertar al artista que llevás en lo íntimo, la forma de trazar figuras y de ponerles color, será única. No hay dos seres con el mismo don o recurso y eso tiene que explotar. Pero primero requiere exploración. Entonces los sucesos que te ocurran y se reiteren son un llamado para reaccionar. Son circunstancias que hacen de ''despertadores''. Por eso lo que nos pasa está lleno de sentido y ''vacío'' de amor, porque esos rincones de ausencia son ocupados por la inteligencia creadora. Y esta es energía y materia prima para canalizar lo que padecés y transformarlo en arte.

El vacío, la ausencia, la sombra, el desamor... Tantas maneras de llamar a la oscuridad... Son sitios donde la luz descansa hasta que te encuentres lo suficientemente cansado de vivir a disgusto y lo suficientemente animado para levantar la fuerza de tu corazón.

La vida no coloca nada en tu camino con lo cual no puedas. Frase cliché. Igual a ''Dios aprieta, pero no ahorca''. Como cuando al sumergirte en el mar enérgicamente, te hundís demasiado, la profundidad pareciera querer devorarte y llevarte a su lecho. Ante la alarma del ahogo, buscás rápidamente la superficie. No pensás. La senda hacia el aire la conocés y el movimiento es espontáneo. En las situaciones adversas y riesgosas, todos sabemos qué hacer y cómo. No interviene el pensamiento. La personalidad ante una amenaza verdadera, queda suspendida, en pausa y aflora el Ser. Estalla y no se puede evitar. Respirar y estar inspirado no son lo mismo. Lo que distingue una acción luminosa a una falta de claridad, es la conciencia que opera junto al quehacer.

También la existencia alumbra a cada uno con una intensidad justa. Podrás ser encandilado temporalmente, pero no enceguecido o con una luz en la que no te puedas sostener. Mientras no te encuentres listo, te estás preparando.

Todo pasaje de un estado de conciencia a otro, nace de un orden que entra en caos al tomar contacto con una variable distinta, que modifica la percepción absoluta que tenemos de las cosas. El prisma por el cual vemos la vida. Ese sistema -cualquiera de nosotros- entra en tensión a causa de un visitante desconocido que desordena el funcionamiento general en el cual un organismo está acostumbrado a organizarse. Todo el cuerpo debe reconocer a ese extraño que transforma y altera el todo, hasta integrarlo.

Los rituales y ceremonias cumplen esa función en nuestra sociedad. Una despedida de solteros, un casamiento, la celebración de los quince años. Están para acompañar el pasaje entre una manera de convivir y otra. Una cumpleañera que llega a sus quince, está siendo apoyada por su entorno en su transformación hacia el ser mujer. Se prepara para vivir su sexualidad y reconoce su posibilidad biológica de ser madre. Todo eso, mientras se despide del sentido ingenuo que recubre la niñez.

Los estados de insatisfacción que rodean al dolor y al sufrimiento, están ligados inseparablemente al sentido de ignorancia. No sabemos lo que hay del otro lado del umbral. En el mejor de los casos podemos ser concientes de que hay una medida de zapatos que nos queda chica y que así no podemos caminar. Todo habla de una realidad que ya no se ajusta a las necesidades que tenemos y para tomar lo que precisamos, hay que avanzar de casillero.

Para cerrar, quiero compartir dos cosas más. Sanar no es un fin en sí mismo. No hay un momento en que se llega a algún lado y el movimiento se interrumpe. Sanar es perder ignorancia e ir reuniendo sabiduría. Recuperar la pureza no acaba al morir. La aventura del alma trasciende la existencia física. Cuando nos salimos de este plano, vamos a conversar con el Gran Espíritu o Dios. Allí repasamos completamente contenidos de amor, nuestras decisiones en vida. Sólo a partir de ese momento, observando la película de lo que fuimos e integrando el sentido que tuvo, el alma también se diluye y vuelve a la fuente donde es lavada. Y allí queda la pura esencia en descanso hasta de vuelta hacer el viaje de tomar cuerpo. Sanar es un infinito viaje de descubrimiento.

Lo otro. La luz nace de la mayor oscuridad. El vientre que te recibió, estuvo totalmente vacío para albergar ese punto luminoso que luego se hizo carne. Por eso es importante resaltar la magia de la noche, de la sombra y otra vez de la oscuridad: la negrura más espesa que conozcas es fecunda en luz. Y la luz, finalmente, es toda la potencia de la vida codificada, encriptada. Después la luz es la semilla y todo en definitiva, es un gran acto de amor. Todo es un gesto de profunda vida.

Y hablando de vida, de muerte, de semillas, de luces, de flores y también de dolores: no hay un sólo rincón en el universo que no esté colmado de amor, aunque las sombras lo disimulen y protejan. Las contracciones se suavizan con aire y traen vida.

¡Hasta el próximo nacimiento!




Camilo Pérez

1 comentario: