sábado, 1 de diciembre de 2012

Hacia el silencio

Así empezó este asunto:

Cuando las culturas nativas y en especial -la “vedette”-  la civilización maya, sus profecías y las penosas interpretaciones ingresaron en nuestra intimidad, sentí ganas de alejarme. ¿De qué? De la espiritualidad que se estaba haciendo pública, de la espiritualidad que cobrara notoriedad. Lo sagrado en manos de todos en algún punto, molesta. Nace esa sensación -siempre elitista- que algo importante para muchos, tratado masivamente, da como resultado una descomposición del valor inicial. El resorte de aquella sensación de manoseo derivó en muchas ganas de prestar mis notas para comentar los sucesos del diario vivir y también profundizar en esto que llamamos espiritualidad.

Érase una vez el 21 de diciembre una fecha relevante. Luego se fue contaminando por voces que la salpicaron de ignorancia e inconciencia. El descalabro espiritual nos hartó y solo fuimos capaces de reconvertir la búsqueda hasta quedarnos claro que: nada sucedería fuera que no aconteciera primero adentro. Para cuando esa consigna se escribió delante de nosotros ya estábamos inmersos en formidables transformaciones, mi mundo breve y pequeño y todas sus zonas de adyacencias. A ojo humano: importantes decisiones, fuertes cambios e intensidad de dolores hasta ir desenmascarándonos. La pintura de cada careta se gastó y se diluyó en medio de tanta agua y tanta sal. Así fue este 2012, un verdadero eje de cambios que nada tiene de definitivo.

La banalidad estuvo a la orden del día y el fin del mundo en boca de muchos. Quizás por una necesidad imperiosa de que las cosas por fin se quiebren. El sondeo de sentimientos indica que la mayoría de las personas están realmente cansadas de sostener algunos de los lugares de sus vidas: parejas, estándares económicos y status sociales que cada vez exigen más y satisfacen menos; un trabajo, lazos de familia, hipocresías variadas y para todos los gustos. A todos algún aspecto de los cientos que componemos nos produce alergia.

Este año el gran logro fue soltar mi cuerpo y dejar hasta el momento una estela de más de sesenta notas aceleradas y apuradas, urgentes todas. Intenté abordar sensibilidades, llegar a un gran número de personas, universalizar el mensaje, sumarme a una cantidad de gente que anda diciendo “cosas” por ahí. El balance da positivo siempre porque abrir el corazón y compartir la sabiduría que habita en él es una experiencia integradora. El corazón siempre necesita de la medicina del círculo al saberse interdependiente del resto del organismo que él también compone. Es una tarea de sanación con uno mismo y si sana uno sanamos todos. Ha sido este un tiempo revelador, desnudé cada emoción que encontré dentro de mí y fue devuelta con creces. Para puntualizar más aún, lo que fue develada es mi esencia gracias al resonar de las palabras en quienes las leyeron. Pero este camino recién está comenzando.

Algunas semanas atrás comencé a conectar otra vez con la importancia espiritual del 21 de diciembre como eje de los días venideros y decidí dejar de decir. Es probable que ese día no ocurra nada, a mi me surge estar en su movimiento y dejarme mecer por su energía, ser cuidadoso y atender circunstancias personales. Siento que es momento de mirar para adentro, ser precavido y hacer silencio.

 Sin aditivos ni poesía:

No vas a encontrar nada en un blog ni en espacio alguno. Nada va a cambiar luego de mirar decenas de videos en Youtube ni de internarte durante grandes lapsos de tiempo en las largas hileras de una librería, pendiente del último gran salto literario que aborde a la espiritualidad. No hay automáticos por más retiros de carácter introspectivo de fin de semana que planifiquemos. En mi experiencia, ¡llegué a esta manera de ver la vida con una perspectiva contaminada de tanto intelecto! Es una manera de comenzar a andar, en algún momento todo lo descrito más arriba no nos arregla más.

Es absolutamente válido, me parece, recurrir a una guía amorosa, a quien sientas que podés acudir porque su dirección muestra esperanza. De manera transitoria se puede cotejar el camino de otro, hasta estar lo suficientemente fuerte en tu corazón como para salir a buscar las respuestas internas que –paradójicamente- se expresan afuera. Seguí varios líderes y guías espirituales hasta que todo se me hizo insuficiente, porque en el fondo, lo que precisaba era encontrar el recorrido exacto que planteó mi espíritu y que acordé caminar en esta vida.

Mi vida y tu vida son insustituibles y no hay otra vida en la que yo vaya a ser Camilo. Por eso agradezco este tiempo en que necesité fortalecer mi propio corazón compartiendo todo lo que tuve ganas de escribir, animándome a expresar mi punto de vista.

Gracias por la compañía a lo largo de este tramo, será este que sigue un tiempo fuera de la palabra y adentro del silencio.




Por todas mis relaciones.
Camilo Pérez Olivera

1 comentario:

  1. Muy buena flaco! y si... todo cuando se hace masivo pierde valor, es así lamentablemente!

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