La vida consta de dos
dimensiones: forma y contenido. La formas son todos los espacios en
los cuales nos pasan cosas. Nuestro cuerpo es la primera, nuestra
casa es la que sigue, el lugar de trabajo es otro entre tantos en los
que frecuentamos. El contenido tiene que ver con lo que nosotros
hacemos dentro de los espacios en los cuales estamos.
Este mapa tiene dos
direcciones más, porque en los lugares no estamos solos, entonces lo
que hagamos afecta a quienes comparten esa plataforma. Si lo que
contenemos y por tanto soltamos en ese marco, impacta negativamente
en otra persona, generamos conflicto. Si lo que vertimos en ese
espacio aporta positivamente al otro, creamos encuentro. Conflicto y
encuentro son las frecuencias que hablan de cada uno de nosotros. Son
la amplificación del mundo interno en contacto con las realidades de
otras personas.
Todo estado de lucha que
se exteriorice, deriva de una riña adentro de cada uno. Las
libertades que resignamos, al ser reprimidas y normalizarse esa
situación, se oponen a la naturaleza de bienestar inherente al Ser.
Todos conocemos estas discusiones que se desbocan en nuestro
interior.
La pelea es una sola: nos
pasaron cosas que contradicen al estado de gracia y plenitud del cual
venimos. La respuesta también es una: tenemos razones para estar
dolidos y sufrir. Simplifiquemos el camino y juntemos todos los
motivos en uno: tenés razón, toda la razón y solamente la razón.
Cada vez que escribo soy
conciente de que estoy hablando contigo (y conmigo). Te invito a que
te detengas tantas veces como te sea necesario. Si podés conectarte
con que de verdad tenés razón, un poco del camino está allanado.
Sufre el que no está seguro completamente de que lo que le pasó,
fue injusto. Hagamos una franquicia en este momento: no te lo
merecías, no hiciste nada para que eso ocurra. Tenés razón. Podés
dejar de sufrir. ¿Pudiste? ¡Es liberador! ¿Vamos por más?
Si hasta acá seguimos
juntos, demos otro paso. Lo que sucedió igual duele. Acá necesito
que prestes especial atención a lo que voy a decir. Lo que viviste,
vos y yo sabemos que tiene una razón de ser. Si te enoja leerlo,
recomiendo que vuelvas al párrafo anterior y reúnas de nuevo la
energía que conseguiste para avanzar. ¿Seguimos?
Asumiendo
que podemos continuar, aunque te hizo sufrir y ahora duela, no es
importante saber el propósito de lo que pasó, es trascendente
reconocer que tuvo un sentido y que aún lo tiene porque no lo
conocés. Transgredir tus propios limites, ayudarte a crecer, madurar
aspectos de tu personalidad y templar el carácter pueden ser
conceptos que alberguen el propósito.
Pero
el ego sigue ahí, porque sabiendo que lo que pasó tiene algo de
fondo, quiere develar lo que ahora se esconde. No deja de doler, pero
es reconfortante sentir y pensar que aquello que tuviste que
atravesar tu o alguien más, tienen una capa a la cual es posible
acceder.
A
partir de aquí, no puedo ayudarte más que con la intención para
que te muevas del conflicto que aún permanece hacia el encuentro de
la verdad oculta. Te garantizo que si te ponés en marcha, hay
respuesta. No hay búsqueda que no arroje luz. El apoyo que vas a
precisar es personal, frente a frente y estará la vida para guiarte
hacia dónde recurrir y en quién confiar.
Cuando
hayas alcanzado el sentido, quedará un último paso, tan difícil
como los anteriores. Hay que abrazar la razón primera, no la
personal (ya nos pusimos de acuerdo en que tenés razón), sino el
motivo de la vida para construir lo que puso en tu camino.
El
cierre de todo ciclo es la aceptación. Quiero facilitarte una
herramienta más para las dudas que probablemente te invadan en este
momento. La ventaja que supone llegar al final del laberinto, no es
estar frente a la salida. Sino todo lo que se transformó dentro tuyo
en el camino.
Para
cerrar, insisto en las cosas más esenciales. No hay nada qué discutir, no entres
en la discordia, la razón ya la tenés. Hacé tu parte y fluí con
el ritmo que propone el viaje. Las pausas y las velocidades son la
fuerza de la vida y siempre será infinitamente más que la
omnipotencia personal. Cuando vayas por las respuestas, participá
del juego con respeto. No tenés demasiado qué hacer porque igual
cuando descubras por lo que fuiste, vas a ver fuera algo que te
esperaba dentro.
Me
quedo en forma de mapa y con estas palabras como contenido. Que sea
posible soltar los problemas, los acertijos se resuelven en las
relaciones.
Camilo Pérez