Me paré en el punto exacto entre la vida y la muerte, tu sonrisa implacable y sus dientes, un diamante en tu frente y un punto de luz. Tu mirada perfecta y universal, cinco mil años arrugados en las manos y tu espíritu infinito con la edad del despertar.
Siglos de lluvias de almas abonando la tierra. Un compás interminable de tonos rojos descendiendo del cielo. Una danza permanente de cometas azules dejando estelas celestes, haciendo el camino de vuelta al útero universal. Un cromado inabarcable, el giro infinito del eterno espiral.
El universo sencillo y complejo, la trama humana, su revelación cósmica y la pertenencia galáctica que nos debemos. La magia y la claridad, el misterio, la simpleza y la fascinación.
El mantra perfecto y las voces: profundas, oraculares, ancestrales y subterráneas. Las pirámides y sus secretos llamándonos. El gemido de la tierra en el corazón de la Amazonia y el poder de una liana en una planta de Yagé. Un árbol menos, un árbol derribado en los campos celestiales y el puente que une Bagdad con El Cairo quebrándose. La muralla de las vanidades, los ombligos de cada civilización derrumbándose.
Un edificio duro e impenetrable alcanza el cielo, luego dos y después mil. Dos aviones con delirios estrellan su ira en los templos del dinero, hacen llamas la estructura del poder, el grito y el horror se desbocan en el nombre de Dios.
Siglos de vidas, milenios, guaridas y trampas sin amor. Castillos, reinados, mercados: los persas, judíos, cristianos y musulmanes. Sus pueblos: perfectos, rabiosos, esclavos y dueños de la revelación. Alejandría, Roma antigua y la cuna de la inquisición. El faro absoluto y el faro del corazón. La quema de sabios, maestros, serpientes y el culto a la institución.
Hay vida perdida, hay pieles y huesos hechos trizas. Hay polvo de vidas antiguas debajo del barro que construyó el cemento. Y en cada autopista que transitamos, surcando la marea de la ciudad, se esconde tras el asfalto, otra verdad. Hay rastros de identidades enterradas tras los cimientos y las paredes de la catedral. La misma piedra y el mismo mármol, el mismo imperio mutando el rostro y en cada esquina, el mundo esculpiendo dioses, héroes y faraones ante quienes perder nuestra autoridad.
La patria y el monumento, el aire contaminado de plomo y de vicio de la humanidad. Es un segundo, es un momento en que me asfixio, escucho el tiro de los cañones, los escuadrones pasan al lado y el suelo hacen retumbar. Las balas hieren el aire y es un instante en que me muero y que resucito. Luego respiro y más que respiro soy el aire y la libertad.
Volver al templo, volver al centro, ser estrella en el firmamento y en familia, ser constelación. Ser haz de luz, conocerme eterno y decidir volver a nacer. Correr el riesgo, tomar la historia, tomarla toda y poderla librar.
Sueño de niño con este tiempo, soñé con ángeles y querubines y me contaban todas las noches de este momento que está por suceder. Luego fui joven y también frágil pero nunca dejé de soñar. Pasan los días y el tiempo agota todo el dolor. Solo queda quemar las lágrimas, abrir el sueño y ser la visión. Cuando la vida y la muerte muestran su cara, el misterio puede ser flor o dragón, ser sofocación y ser fiebre. La ilusión pierde vigor y la antorcha se enciende y todo lo demás se desvanece.
Camilo Pérez Olivera
quisiera saber a cual constelacion pertenezco ya que ninguna pagina me pudo solucionar esta intriga se lo pido por favor que me de una respuesta rapida. desde ya muchas gracias.
ResponderEliminarnaci el 22 de enero del 2001
Escribíme a la dirección alhsioncomunidad@gmail.com y lo conversamos.
EliminarCamilo
hola me gusta mucho los temas que manejas todo esto de las costelaciones de donde venimos es muy interesante en donde te puedo contactar
ResponderEliminarHola, lamento la demora. Podés encontrarme en facebook. Mi nombre es Camilo Pérez.
EliminarHola, lamento la demora. Podés encontrarme en facebook. Mi nombre es Camilo Pérez.
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